Su primer viaje a nuestro país fue en un vuelo de demostración el 20 de octubre de 1974 y en ruta hacia Sudamérica también sobrevoló el puerto de Acapulco. Los vuelos comerciales iniciaron en 1978 hasta que, cuando resultó incosteable, dejó de operar regularmente en noviembre de 1982. Cuando nadie lo esperaba, un 27 de marzo de 1993 el Concorde regresó a México y sobrevoló Acapulco. Cercana ya esa fecha, vale recordar que su regreso obedeció a una estrategia de relaciones públicas.
La aerolínea inglesa que operaba el Concorde había suspendido sus vuelos regulares a México y a fines de 1992 tomó le decisión de reanudar sus operaciones al país. Para ello, quería llamar fuertemente la atención, especialmente porque la ruta sería operada con los entonces modernos Boeing 747, conocidos como “Jumbo jet”, con capacidad para 400 pasajeros.
La estrategia que se diseñó parecía costosa, pero logró el objetivo de captar la atención no sólo de los públicos relacionados con el sector turístico y aeronáutico, sino que alcanzó al sector gubernamental mexicano, a empresas de diversos sectores con operaciones internacionales y a un gran sector de la sociedad tanto de la Ciudad de México como de Acapulco.
El eje de la estrategia fue el Concorde y el primer paso fue generar expectativa a través de diferentes medios de comunicación sobre la proximidad del regreso del avión supersónico; luego, informar a los reporteros que cubrían la fuente del aeropuerto la próxima reanudación de los vuelos comerciales de la aerolínea. En tanto, el Director General de la empresa para México, Costa Rica y Cuba hacía los trámites respectivos con las autoridades federales.
Funcionarios federales encabezados por los Secretarios de Comunicaciones y Transportes y de Turismo, así como un grupo de representantes del sector turístico y directivos de medios de comunicación, viajaron a Londres y, junto con el Presidente y el Director General de la aerolínea, el 27 de marzo dieron el banderazo de salida al primer vuelo del Jumbo 747. Una vez que despegó, la delegación mexicana y los ejecutivos de la aerolínea abordaron el Concorde e iniciaron el viaje a México, para recibir ese primer vuelo.
La promoción mediática previa alertó a cientos de personas a acudir al aeropuerto para ver tanto al Jumbo como al Concorde, en tanto en las salas de última espera se encontraban más medios de comunicación y funcionarios públicos para dar la bienvenida a ese primer vuelo. Pero eso no fue todo.
Como remate, un grupo de 100 personas (capacidad del Concorde), integrado por reporteros, agentes de viajes y otros funcionarios gubernamentales, dieron un “paseo” en el Concorde sobre el puerto de Acapulco en donde medios de comunicación locales ya habían sido advertidos de ese sobrevuelo. El vuelo se realizó a velocidad normal; al llegar al puerto, el piloto desaceleró y, literalmente, “planeó” sobre la costa a la altura más baja posible para que se pudiera admirar el avión. A continuación, enfiló hacía el Océano Pacífico en donde se elevó hasta alcanzar a romper la velocidad del sonido, para beneplácito de los pasajeros, luego de lo cual regresó a México.
La estrategia funcionó y la aerolínea reanudó sus vuelos con gran éxito. También quedó en evidencia que cuando hay una buena estrategia no importa la inversión que se tenga que hacer.
Si esta estrategia se hubiera desarrollado actualmente, con todos los adelantos tecnológicos y de comunicación, indudablemente el impacto se hubiera multiplicado de forma significativa.