La buena conducción de toda empresa en algunos momentos se enfrenta con los intereses particulares de algunos de sus miembros. En ese momento es fundamental este principio: dar prioridad a los intereses de la empresa, por encima de los caprichos individuales.
El respeto a las personas es indispensable, sí, pero eso no significa consentir intereses personales que afectan a la empresa. Las mejores decisiones no se toman para “complacer“ a los familiares, sino para fortalecer a la empresa.
La segunda es “comunicación, comunicación, comunicación”. Una publicación del Centro Citibanamex para la Empresa Familiar mostró que, de acuerdo con la opinión mayoritaria de los miembros de las familias empresarias, la comunicación es insuficiente y es causa de problemas.
La comunicación no lo resuelve todo, pero sin la comunicación no se resuelve nada.
Cuando existen problemas de comunicación es muy recomendable auxiliarse de un consultor profesional especialista en el tema.
La tercera “virtud” es planear la sucesión “con la debida anticipación”. Algunas empresas inician el proceso con 10 o 15 años de anticipación. Comienzan por definir el “perfil ideal de empresa” que aspiran alcanzar, y de ello se derivan los planes de preparación de los posibles sucesores.
La planeación puede apoyarse con la participación de consejeros externos que aporten puntos de vista frescos.
Se dice con toda razón que una buena sucesión o transición generacional es un buen proceso, nunca un suceso. Planear y organizar con anticipación puede incluso ayudar a tomar mejores decisiones en los casos lamentables de un deceso inesperado.
Finalmente, una buena anticipación permite fácilmente organizar un retiro digno y amigable para los fundadores.
La cuarta virtud es tomar la sucesión con la mayor seriedad, como un asunto estratégico. Un empresario acerero decía “a esto dedico una buena parte de mi tiempo”.
La quinta virtud es estructurar un adecuado gobierno corporativo y un gobierno familiar fuerte. Un industrial comentaba: “tengo solo un hijo, por lo que no tengo la necesidad de elegir entre varios sucesores, pero aún así, la sucesión va más allá del simple hecho de escoger al sucesor. Se trata de prepararlo, de organizar el gobierno corporativo que lo arrope, y todo lo necesario para que la compañía siga funcionando cuando me retire”.
Ahora se habla del gobierno holístico o integral. Es decir, un buen gobierno institucional en la empresa (consejo de administración, comités adecuados, participación de consejeros externos), pero también con un buen gobierno dentro de la familia (el consejo o concilio familiar, un protocolo adecuado, etcétera). Éstos órganos pueden evitar dolores de cabeza al materializar el relevo y hacer las decisiones más aceptables.