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El “mundo feliz” de Elon Musk: Twitter

La mayor controversia se ha dado en relación con la supuesta libertad de expresión que quiere ofrecer Elon Musk dentro de la plataforma, apunta Javier Murillo.
vie 06 mayo 2022 05:03 AM

(Expansión) - En columnas anteriores, en las que he hablado sobre la forma en la que las redes sociales pueden ser blindadas para que no sean mal utilizadas, uno de los puntos más importantes que he propuesto tiene que ver con la identificación de los usuarios. Que para obtener una cuenta, tengamos que acreditar nuestra identidad, por lo que todas las cuentas de redes sociales tendrían que estar verificadas.

Pues parece que esta es una de las principales características que está pensando Elon Musk para su nueva adquisición: Twitter. Fuera de la percepción que tengamos del personaje, lo que nadie puede negar es que es uno de los tipos más disruptivos de la historia reciente.

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Parafraseando un tuit que leí en relación a la compra de Twitter por parte del hombre más rico del mundo, cuando uno de los usuarios aseguraba que Musk no tiene idea de cómo manejar una red social, otro usuario atinadamente le respondió, “no sería la primera vez que Elon Musk se meta a un negocio en el que no tiene idea” y en el que probablemente también sea exitoso, diría yo.

En un análisis que realizamos en Metrics sobre la conversación relacionada con la noticia de la adquisición, encontramos que casi una tercera parte de los usuarios está de acuerdo con las políticas eliminación de bots y autenticación de perfiles que propone Musk y solo un 6% está en contra de la idea de que Twitter use indebidamente su información personal.

Aunque la mayor controversia se ha dado en relación con la supuesta libertad de expresión que quiere ofrecer Elon Musk dentro de la plataforma. Pero vamos por partes, porque todas esas mejoras que promete realizar el magnate, incluso algunas de ellas las ha puesto a votación entre sus seguidores -como el hecho de que exista la posibilidad de editar tuits-, tienen implicaciones legales que tendrá que atender.

Twitter, Facebook y ahora TikTok han aprendido, de la forma más difícil, que la libertad puede llevar al libertinaje y al consecuente abuso de sus plataformas. Por eso, por mucho que Elon Musk tenga intenciones libertarias, existen límites legales y culturales que no podrá rebasar. Porque seamos honestos, Twitter comenzó siendo un espacio sin censura, hasta que alguien pensó que podía lanzar amenazas sin ningún tipo de consecuencia.

Twitter es una empresa pública y una vez que la compra se concrete, lo primero que sucederá es que la red social regresará a ser una empresa privada, como lo fue hasta el 2013. En términos de las aspiraciones de Musk, esto representa que no tendrá que lidiar con las reglas de las empresas públicas, pero ese no es el mayor de sus problemas.

“A la mala”, las redes sociales fueron aprendiendo a poner límites y a lidiar con los problemas que esos límites les imponen. Cuestiones como su modelo de negocio, principalmente basado en publicidad; el sesgo algorítmico, las reglas convivencia, la difusión de noticias falsas, el uso de datos personales; su papel en la comisión de delitos y en la organización de grupos delictivos o terroristas; la intervención en los proceso democráticos y acciones monopólicas, entre otras.

Los países, sobre todo los de la Unión Europea, le han dejado claro a las redes sociales que “no se mandan solas” y que impondrán todo el peso de la ley para evitar que abusen de su poder, afectando los intereses de sus ciudadanos, instituciones y procesos democráticos.

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Elon Musk, el niño que heredó millones y llegó a convertirse en un caprichoso empresario

Suena “muy bonito” el mundo que nos plantea Elon Musk, en el que Twitter es un mundo digital en el que solo hay usuarios verificados; en el que expresamos libremente lo que pensamos, sin importar lo radical que sea nuestra postura y la forma educada o soez en la que la queramos presentar. Los usuarios ya demostramos que no tenemos autorregulación y que eventualmente la anarquía es el estado que termina imperando.

Por estas razones, el menor de los problemas de Musk serán los empleados de Twitter, o sus inversionistas o incluso los usuarios que están enojados con el camino que está planteando para Twitter.

El principal problema al que se va a enfrentar el “infante terrible” de la tecnología es de los gobiernos de países ubicados en los extremos de la democracia. Porque ahí sí, aunque internet sea un mundo aparte, cada usuario tiene una nacionalidad y es ciudadano de un país con leyes y reglas que tiene la obligación de cumplir.

¿O será que Elon Musk está comprando Twitter para cuando se vuelva el emperador de Marte?

Nota del editor: Javier Murillo Acuña es fundador y presidente de Metrics. Científico de datos, experto en tecnologías de la información aplicadas a la transformación de modelos de negocio digitales. Actualmente trabaja en el desarrollo de algoritmos de prospectiva y medición de valor de marca para empresas globales. Síguelo en LinkedIn y/o escríbele a javier@metricser.com Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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