Este sueño inició al terminar la Primera Guerra Mundial, donde un artista intentó construir paz a través del arte; sin embargo, cuando Austria se anexa a la Alemana nazi tiene que abandonar su meta y huir, pues al ser judío su vida corría peligro. Al terminar la Segunda Guerra Mundial un grupo retoma esta idea y da inicio a Salzburg Global, desde entonces esta iniciativa trabaja buscando y proponiendo soluciones para un mundo mejor.
Así es que por cinco días tuve la oportunidad de convivir con personas maravillosas que dentro de sus espacios están trabajando por un mundo en paz; desde policías, desarrolladoras de política pública, investigadoras, activistas y hasta quienes hacen trabajo de campo en distintas áreas.
Un ejemplo de esto es en Reino Unido, donde han logrado grandes cambios en atender los problemas de raíz que genera la inseguridad, además de un modelo muy exitoso para reducir el abuso doméstico, desde la prevención hasta la detención de los perpetradores, con una policía mucho más cercana.
Una de las hipótesis es que esto se ha logrado a partir de la integración de más mujeres a las fuerzas policiales, ya que hoy el 30% de la policía de Reino Unido está integrado por mujeres, además del hecho que allá también hay mayor representación femenina en puestos de toma de decisiones.
Asimismo, escuché de un muy eficaz programa para personas privadas de la Libertad, La Asociación para la Protección y Asistencia a los Condenados (APAC), en Brasil, que promueve la justicia restaurativa, donde operan cárceles sin policías, sin armas y tratando con dignidad a las personas.
Allí su tasa de reinserción es del 85% comparada con el 15% de las cárceles regulares y su costo de operación es menos de la mitad de 250 euros contra 644 en las del Estado. Ha sido tal su éxito que ya se le dio calidad de política pública en Brasil.
Y aunque sigo pensando que las cárceles deberían desaparecer, en lo que esto se logra, lo ideal sería pensar en este tipo de modelos que son menos costosos pero mucho más eficientes para lograr una reinserción exitosa y así prevenir el delito de forma real. Programas que ponen a la persona en el centro, con un enfoque humano, es lo único que nos ayudará a bajar la escalada de violencia que estamos viviendo.
También pude conocer las realidades de países africanos, americanos y europeos y ver que no existen realidades perfectas, que incluso en los países más desarrollados hace falta trabajo y que en los menos desarrollados también hay casos de éxito.
Es importante reconocer que existen muchas personas dedicando su vida a lograr el cambio, a terminar con los genocidios, a luchar por lograr verdadera justicia restaurativa, a medir para tener mejor información y poder resolver los problemas de forma holística, a crear liderazgos en los grupos más vulnerables y a visibilizar las diferencias.
Aunque mucho más esencial es ver a las personas, identificarnos como seres humanos y buscar la equidad y un mejor futuro para todas y todos.
Me dio gusto confirmar que en México, a pesar de las fallas que se necesitan modificar, de la implementación y del largo camino por recorrer para lograr la especialización de todos aquellos que forman parte del Sistema Integral de Justicia para Adolescentes, tenemos una de las mejores leyes de justicia para adolescentes.
Es cierto que también necesitamos lograr que los estados atiendan a este sector de la población con mejores programas que sí garanticen una reinserción exitosa. Y sin duda, a nuestra legislación le hacen falta algunas mejoras pero sigue siendo una muy buena legislación, enfocada en los Derechos Humanos y Tratados Internacionales.
En ese sentido, en este foro logré participar con la exposición del modelo de trabajo de adolescentes en contacto con el sistema de justicia de Fundación Reintegra y fue gratificante poder ver los rostros de sorpresa y admiración. Inclusive, diría que me llenó de orgullo ver el eco y energía para poder replicarlo en distintos países del mundo, también ver las aristas para poder mejorarlo y construir más instrumentos de medición e influir en cientos de jóvenes.
Por desgracia también hubo un lado negativo, me tocó ser testigo de cómo visualizan a México en el exterior siendo este un ejemplo de país en donde el crimen ha logrado apropiarse de casi todos los espacios, ser la referencia de la movilización social y el abandono de pueblos a partir del crimen organizado.