Creo que todos estamos de acuerdo en que “darle a cada quien lo que le corresponde”, es un ideal que parece ser correcto. La parte complicada es ¿quién define qué le corresponde a cada quién?
No es un asunto sencillo, hay tantas ideas de justicia como personas existimos, nuestra visión de justicia depende de nuestra educación, historia, vivencias y por supuesto, de nuestras realidades.
Son muy pocos los casos en los que dos personas coinciden con la misma visión de justicia, sobre todo si esa justicia se está dirimiendo entre ambas partes.
Por este motivo, nacen las leyes, bajo el precepto de obtención de justicia, construido y concebido a través de varias visiones, las cuales, teóricamente son imparciales, no tienen preferencias y no están pensadas para un caso concreto, sino para circunstancias específicas.
Las leyes son creadas, en teoría, por personas comunes y corrientes que son elegidas por el pueblo por considerar que los representan y ellos tienen la tarea de crear estas disposiciones legales, que serán aplicadas por el poder Ejecutivo o, en caso de controversia, el poder Judicial será quien las aplique para lograr la justicia.
No en todos los casos las leyes son justas y para esto también tenemos un poder Legislativo que puede reformarlas o un poder Judicial que puede declararlas inconstitucionales.
Este proceso se ha creado a través de los siglos para buscar la mejor forma de encontrar la justicia, precisamente porque ésta no puede recaer en una sola perspectiva, entendiendo la subjetividad que permea la decisión y criterio de una persona.