Por propia presión de los clientes, estas tecnologías disruptivas se van abriendo camino. Es algo que está sucediendo y es una realidad. El punto es que, el que antes se adapte a ello o tome decisiones acerca de cómo implementar ciertos proyectos para atender las nuevas necesidades que se plantean, tienen una ventaja respecto a sus competidores.
El caso más palpable y reciente se vio con la pandemia. ¿Cuántas empresas fueron capaces, pese al cierre de las actividades, de salir a comercializar sus productos a través de e-commerce, a través de plataformas de internet? Fueron las que en ese momento estaban preparadas, las que tuvieron la agilidad para adaptarse y la flexibilidad para encontrar un nuevo nicho.
La cultura por parte del cliente ya estaba lista: “oye, si no puedo ir al súper porque el súper está cerrado o tiene ciertas restricciones, lo puedo hacer online, seguro de no tener problemas”, “si necesito unos tenis los compro online, no tengo ningún problema”.
Era cuestión de ver la oportunidad y actuar rápidamente. Pero esto no fue un caso excepcional. De hecho, estas innovaciones llegaron para quedarse. Hoy, por ejemplo, cuando uno observa, a nivel de supermercados, la valuación que tienen los jugadores tradicionales contra la valuación de empresa que tienen las nuevas plataformas de supermercados online, la diferencia es abismal, y uno puede preguntarse ¿cómo es posible?, y es posible porque la transformación no representa una moda sino una necesidad de evolución.
La realidad es que precisamos tener la capacidad de adecuarnos, de mejorar nuestro desempeño porque la sociedad cambió, la gente está haciendo las cosas de manera diferente, y las empresas debemos estar a la altura de sus requerimientos.
Se trata de un proceso radical, donde la tecnología pasa a atravesar la estructura total de las organizaciones. No solo alcanza a los procesos de gestión, sino que a partir de estos avances, la importancia de los perfiles que llevan adelante esta innovación es de los puntos más sobresalientes.
Hoy en día las compañías buscan contratar talento por encima de cualquier otro factor, ya que son los que permiten materializar dicha transformación, incluso, prevalece por encima de la tan debatida cuestión de género y su antiguo paradigma cultural, ya casi en el olvido.
Con el paso del tiempo la gestión de grandes corporaciones tecnológicas se fueron enlazando con diversas capacidades y con la combinación de hard y soft skills, lo que abrió muchas puertas a las mujeres, a puestos donde antes no accedían. Por ejemplo, en 2021 llegó la primera CEO mujer a IBM –Ginny Rommety- y antes en 2014 lo habían hecho Oracle y AMD, con Safra Katz y Lisa Su, respectivamente.
Esto quiere decir que el talento ya no se plantea en términos de género sino de capacidad, de qué skills están valorando las grandes empresas, ampliando el panorama laboral a personas, incluso, de diferentes edades. Podemos decir que en la industria IT las búsquedas se orientan tanto a talento junior, con una visión descontracturada y de naturaleza flexible, como a seniors que han logrado incorporar esa transformación a su camino profesional ejerciendo, muchas veces, roles de liderazgo, algo que las empresas buscan incorporar, especialmente, con este tipo de perfiles.
Pero tenemos un enorme desafío por delante; el concepto corporativo tal como lo conocemos hasta ahora, ya no existe. Hoy interactuamos con un mercado mucho más exigente y en continua transformación, las nuevas generaciones van a sucederse mucho más rápido, planteando nuevas y diferentes necesidades.
Respecto a los cambios en el ecosistema empresarial, es sorprendente el crecimiento de startups, especialmente en Latinoamérica, donde estas empresas están desafiando a grandísimos corporativos, y parte importante de ese reto ya no tiene que ver sólo con las tecnologías, sino también con las personas y la gestión del talento. En este sentido, se ve cómo en el mundo IT todo se modifica de manera constante.