En el marco de la reunión #12 del US-Mexico CEO Dialogue, el mandatario escuchó las posturas del sector privado para profundizar la integración comercial, evaluar los beneficios del T-MEC y los desafíos por enfrentar. Así, se le pidió erradicar las políticas del sector energético que favorecen injustamente a las empresas estatales a expensas de los proveedores del sector privado, abordar los retrasos y denegaciones en la concesión de permisos y licencias en sectores como los hidrocarburos y las aduanas…
Son las entretelas de la reunión más importante que han tenido los empresarios mexicanos y estadounidenses con el político que, de una manera u otra, los ha puesto contra las cuerdas:
La reunión en torno de las conclusiones de los trabajos realizados por las diversas comisiones de trabajo del US-Mexico CEO Dialogue para agilizar el T-MEC estaba programada para el 18 de julio. Sin embargo, dada la visita que haría el mandatario mexicano a la Casa Blanca, los empresarios decidieron, a raíz de una recomendación del canciller Marcelo Ebrard, adelantar la fecha de su reunión y aprovechar la presencia de alto nivel del gobierno de México para ser escuchados, considerando que no todos los días se tiene en un mismo lugar a AMLO y a sus principales colaboradores.
Acotación:
El US-Mexico CEO Dialogue es un grupo de alto nivel en el que interactúan las empresas con mayor exposición en ambos mercados. Podría decirse que es un grupo de lobbying binacional, que se despliega a través de cinco grupos de trabajo relacionados con servicios, competitividad, facilitación de comercio fronterizo, políticas comerciales e inversiones.
Poco antes de la reunión había preocupación en los empresarios. El desplante del mandatario mexicano a la Cumbre de las Américas alimentaba la sensación de que la visita a Estados Unidos no sería tersa. Pero los empresarios estaban enfocados en una sola cosa: mantener la continuidad de los contactos bajo el entendido de que los funcionarios hoy están pero mañana no, mientras que los negocios planean a largo plazo.
El cónclave ocurrió. Según los testimonios recabados, el ambiente fue cordial y de cooperación. Como dicen los americanos: time is of the essence; no hay tiempo que perder. Era el momento de decir las cosas, aunque para algunos lo mejor era la cautela dada su dependencia a las concesiones del sector público. Pero tenían ahí el oído del presidente, sin medios cerca, sin micrófonos, con sus poderosos vecinos sentados en la misma mesa.
Uno de los temas más álgidos fue el de la frontera entre ambos países. No es cosa menor considerando que el comercio bilateral, entre lo que importamos y exportamos, casi llega a 1,800 mdd diarios; no hay frontera en el mundo por la que pase esa cantidad de mercancías y de dinero. Por eso es un tema sensible de seguridad, certidumbre, orden.
Así, se habló de contar con facilidades para el cruce de camiones, no detenerlos por tres o cuatro horas con mercancía; se pidió mejorar la comunicación con el SAT y aprovechar el nearshoring de una vez por todas.
El tema energético se tocó a fondo. Palabras más palabras menos, el presidente aseguró que no se cancelará ninguna concesión, que respetará los acuerdos aunque cree que son ventajosos para el sector privado, pero pedía a las empresas con las que había tenido acuerdos que invirtieran porque muchas no habían invertido y ya era hora de que lo hicieran.
En cuanto a conectividad, entendida como infraestructura eficiente y segura, AMLO escuchó que de nada sirve enfatizar o acelerar la inversión en el sureste del país si no se tienen medios de transporte eficaces, eficientes y seguros que permitan llevar productos a todos los mercados.
Además, se habló de pymes y lo difícil de planear a largo plazo cuando las regulaciones cambian, lo que provoca que las ideas, por muy valiosas que sean, se atoran en su implementación; sin dejar de hacer los llamados en pro del Estado de Derecho y parar ya con la violencia en México.
La voz de Carlos Slim se hizo escuchar. Dos comentarios suyos calaron: primero, se dio la libertad de decir cuidado con la subida de tasas de interés porque se podría propiciar una recesión aún más profunda y, después, citó a China y el potencial que tiene México de traer mucha inversión de Asia argumentando que las importaciones de China en 2000 se situaban en 2,000 mdd y para 2020 lograron treparse a los 110,000 mdd.