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Control de riesgos: el as bajo la manga de las empresas ante la inflación

En momentos de complejidad económica es importante voltear a ver los planes de mitigación y mapas de riesgos corporativos para tratar de sortear situaciones problemáticas, apunta Edgar López.
mar 02 agosto 2022 06:09 AM
Inversionistas en bonos
Tanto emprendedores en desarrollo como empresarios consolidados deben mapear adecuadamente la posibilidad de pérdidas de inversión en los próximos meses, señala Edgar López.

(Expansión) - Uno de los temas más complejos y relevantes del ecosistema empresarial es el control de riesgos. En el camino a la consolidación de una empresa, rara vez se quieren tomar en consideración los obstáculos y los problemas, así como las curvas de aprendizaje, que suponen momentos de crisis.

Sin embargo, en momentos de complejidad económica es importante voltear a ver los planes de mitigación y mapas de riesgos corporativos para tratar de sortear situaciones problemáticas.

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Las tasas anuales de inflación actualmente están sacudiendo mercados de una forma en la que no se había visto en mucho tiempo. En Estados Unidos ronda el 8.6% anual, mientras que en México se sitúa alrededor de 7.88%. Esto se combina con escenarios poco ideales a nivel internacional, en los que las cadenas de suministro tienen retrasos considerables desde que comenzaron las reactivaciones económicas en 2021.

Las compañías que quieran salir a flote en un 2022 complejo -que arrastra dos años de crisis económicas- tendrán que hacer del control de riesgos su as bajo la manga. Frente al fantasma de la recesión, la única forma de sobrevivir es mantener expectativas de crecimiento idóneas y contar con una planeación estratégica.

Temor de inversionistas

En distintos sectores ya se comienzan a sentir los estragos de la inflación y la incertidumbre en mercados bursátiles; incluso en industrias que llevan años al alza, como las fintech y las muy preocupantes criptomonedas en los últimos meses, la bonanza de capital de riesgo (VC, por sus siglas en inglés) parece comenzar a retroceder, particularmente frente al temor de inversionistas de lo que el mundo todavía está por vivir a lo largo del segundo semestre de 2022.

En ese contexto, tanto emprendedores en desarrollo como empresarios consolidados deben mapear adecuadamente la posibilidad de pérdidas de inversión en los próximos meses. Para ello es necesario planificar los peores escenarios imaginables, para poder contener pérdidas mayores en el largo plazo.

No se trata de sobrevivir, sino de crecer

No se trata de una labor sencilla, tampoco de echar a andar la imaginación y pensar en los escenarios más catastróficos, el control del riesgos obedece a una estrategia bien fundamentada en la que una empresa, no sólo imagina el fracaso, también idea posibles formas de salir victoriosa ante contextos sumamente retadores.

En esta planeación es vital la participación de todas las áreas y la definición de objetivos medibles. Se trata de sobrellevar el trago amargo y literalmente planear para un futuro próximo. Muchas empresas no tuvieron una gestión de riesgos ideal durante la pandemia, es decir, planearon para sobrevivir, pero no para crecer. ¿Qué sucedió? Aguantaron lo más que pudieron y hoy cerraron sus cortinas.

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El control de riesgos no debe significar sobrevivir a una catástrofe y caerse ante la siguiente, sino aprender de la crisis y fortalecerse con ellas. Sin un control de riesgos en esta materia, cualquier compañía terminaría siendo, como se dice en la lengua inglesa, un “sitting duck” (un pato esperando a ser cazado) que no podrá sobrellevar los cambios que el mismo mercado determinará con sacudidas enormes.

La importancia de la toma de decisiones

El control de riesgos de una empresa es igualmente importante en esta coyuntura, puesto que al menos en el mediano plazo se debe considerar al COVID-19 como un riesgo en potencia. Cada ola nueva de la pandemia trae consigo nuevos obstáculos y desafíos que deben ser sorteados en su justa medida.

El contexto actual es, sin duda, preocupante. Impacta de manera considerable las expectativas de crecimiento de cualquier empresa, así como las apuestas de inversionistas, tanto tradicionales como de VC.

Esto debe llevar a los líderes de cualquier empresa a que su proceso de toma de decisiones sea uno consciente, parsimonioso y, sobre todo, con una cultura bien establecida de control de riesgos, a sabiendas que 2022 es un año que requiere de previsión perpetua e improvisación constante.

Se deben mapear todos los elementos que influyen en la cadena de valor de una compañía y tratar de blindar todas las partes de su operación. Si algo dejó claro la irrupción del COVID-19 en 2020 es que la planeación sensata y con miras a la mitigación de riesgos no es una exquisitez, sino una verdadera necesidad.

El año 2022 volverá a poner a prueba este principio. Será cuestión de ver quién tiene el verdadero as bajo la manga para sortear (otra vez) un futuro incierto.

Nota del editor: Edgar López es Socio en Asesores de Consejo y Alta Dirección (ACAD). Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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