Las tasas anuales de inflación actualmente están sacudiendo mercados de una forma en la que no se había visto en mucho tiempo. En Estados Unidos ronda el 8.6% anual, mientras que en México se sitúa alrededor de 7.88%. Esto se combina con escenarios poco ideales a nivel internacional, en los que las cadenas de suministro tienen retrasos considerables desde que comenzaron las reactivaciones económicas en 2021.
Las compañías que quieran salir a flote en un 2022 complejo -que arrastra dos años de crisis económicas- tendrán que hacer del control de riesgos su as bajo la manga. Frente al fantasma de la recesión, la única forma de sobrevivir es mantener expectativas de crecimiento idóneas y contar con una planeación estratégica.
Temor de inversionistas
En distintos sectores ya se comienzan a sentir los estragos de la inflación y la incertidumbre en mercados bursátiles; incluso en industrias que llevan años al alza, como las fintech y las muy preocupantes criptomonedas en los últimos meses, la bonanza de capital de riesgo (VC, por sus siglas en inglés) parece comenzar a retroceder, particularmente frente al temor de inversionistas de lo que el mundo todavía está por vivir a lo largo del segundo semestre de 2022.
En ese contexto, tanto emprendedores en desarrollo como empresarios consolidados deben mapear adecuadamente la posibilidad de pérdidas de inversión en los próximos meses. Para ello es necesario planificar los peores escenarios imaginables, para poder contener pérdidas mayores en el largo plazo.
No se trata de sobrevivir, sino de crecer
No se trata de una labor sencilla, tampoco de echar a andar la imaginación y pensar en los escenarios más catastróficos, el control del riesgos obedece a una estrategia bien fundamentada en la que una empresa, no sólo imagina el fracaso, también idea posibles formas de salir victoriosa ante contextos sumamente retadores.
En esta planeación es vital la participación de todas las áreas y la definición de objetivos medibles. Se trata de sobrellevar el trago amargo y literalmente planear para un futuro próximo. Muchas empresas no tuvieron una gestión de riesgos ideal durante la pandemia, es decir, planearon para sobrevivir, pero no para crecer. ¿Qué sucedió? Aguantaron lo más que pudieron y hoy cerraron sus cortinas.