El propósito no necesariamente tiene que tender a cambiar el mundo o a encontrar la cura de las enfermedades; puede ser simplemente hacer lo que tenga un sentido y trabajar para ayudar a los demás o para contribuir con la comunidad en general. En japonés, la palabra Ikigai describe una razón de ser, o una razón para levantarse por la mañana; una mujer expresó su ikigai como “la necesidad y el deseo de hacer sopa para su familia”.
Tanto para las personas como para las organizaciones, el propósito es importante.
Un estudio realizado en Harvard reveló que el 52% de las empresas con un propósito experimentó un crecimiento superior al 10%, el 66% logró mayor expansión global, el 56% tuvo más lanzamientos de productos y el 52% alcanzó el éxito en sus esfuerzos de transformación.
En la parte laboral, el propósito también aporta beneficios: cuando las empresas tienen un mayor sentido de propósito, sus empleados afirman que su trabajo es más significativo y cuando los líderes demostraban un propósito claro -visión, compromiso con las partes interesadas y una moral sólida- sus empleados eran más felices y productivos.
Otros estudios realizados en Harvard pusieron de manifiesto que, no obstante que los ejecutivos aseguran que el propósito es la clave para acelerar su crecimiento y profundizar su impacto, tanto en lo profesional como en lo personal, menos del 20% tienen un fuerte sentido de propósito individual y son menos los que lo pueden cifrar en una declaración concreta.
Cuando a los participantes en el estudio se les pidió describir su propósito personal, expresaron frases genéricas y sin claridad sobre la forma en que podrán llevar su propósito a una acción.
Articular un propósito y encontrar el valor para vivirlo es lo que los especialistas denominan como “propósito de impactar”, lo que implica la tarea de desarrollo más importante que puede emprender un líder.
Todos queremos participar en grandes proyectos que involucran a otros; por ello resulta fundamental la alineación. Por ejemplo: servir café en un restaurante contribuye a que la gente tenga la oportunidad de reunirse en conversación y hacer comunidad. El empleado de contabilidad que procesa los pagos en una universidad contribuye al aprendizaje de los estudiantes y allana el camino para que alcancen sus objetivos.
Las empresas que pueden desarrollar un propósito sólido, pero también ayudar a las personas a ver cómo contribuyen a él, cosecharán las mayores recompensas en términos de empleados que aportan un esfuerzo discrecional y se levantan con energía cada día.
Un propósito sólido también puede ayudar a las personas a elegir y aclarar sus inversiones de tiempo y esfuerzo, y, a personas y empresas, a tomar decisiones que garanticen la mayor coincidencia entre valores, talentos y contribuciones.