La presión continua puede provocar serios problemas físicos y mentales si no es gestionada adecuadamente. Estar presionado es diferente a estar tensionado: de acuerdo con los expertos, en tanto la tensión es el día a día que te mantienen alerta y te ayuda a detectar oportunidades, la presión tiene más que ver con el exceso de futuro; “La tensión mejora los rendimientos. La presión agota y quema”, recuerda Eduardo Lazcano, autor del libro Comunicación Emocional (Edit LID, 2017).
Hay muchos emprendedores exitosos que tardíamente han enfrentado desde salpullidos hasta hernias y problemas cardiacos. Un emprendedor español, Alejandro Artacho, narra: “Me levantaba a las 5:30 de la mañana del lunes para viajar a Londres y regresaba el miércoles por la noche, para empezar el jueves en Madrid y seguir de forma intensiva el resto de la semana… A eso se suma el estar todo el día al teléfono. Me dormía y me despertaba mirando el móvil. Comía fatal, dormía fatal, en dos años engordé 20 kilos y, como me decía mi chica, cada día estaba más agrio, más infeliz”.
En efecto, los expertos opinan que son muchos los riesgos a nivel mental que pueden provocar el exceso de trabajo y las presiones, entre ellos: ansiedad, depresión, estrés crónico, insomnio y agotamiento (burnout), independientemente de que se puede caer en fatiga mental y en el consumo de sustancias psicoactivas. Todo ello puede llevar a hipersensibilidad, incapacidad para tomar decisiones y falta de regulación emocional.
Particularmente el sueño es lo primero que se pierde cuando se está bajo presión. Cuando se llega a casa después de un largo día sujeto a la presión de terminar un proyecto, planear un lanzamiento y/o resolver sobre la marcha una serie de situaciones, te das cuenta de una serie de temas sin resolver y te dedicas a “avanzar” lo más que puedas y a programar las actividades del día siguiente, y cuando finalmente llegas a la cama, tardas una eternidad en dormir, ya que tu cerebro sigue revolucionado.
No dormir lo suficiente puede generar efectos que impactarán el desempeño en el trabajo, por ejemplo: pérdida de atención, afectación en la memoria, impacto negativo en la toma de decisiones, pérdida de concentración, deficiente irrigación sanguínea en el cerebro, y ralentización en el tiempo de reacción.
La presión de los emprendedores por levantar pronto su proyecto les hace difícil desconectarse de la actividad por un tiempo razonable y descansar física y mentalmente. Surge entonces la pregunta: ¿cuánto tiempo debería tomar un emprendedor para unas vacaciones?
Hay expertos que afirman que un emprendedor debería tomar al menos una semana cada trimestre. Ello es tiempo suficiente para: relajarse y reiniciar con la mente despejada hacia los objetivos del siguiente trimestre; reiniciar el reloj biológico; planificar los siguientes pasos, reflexionar y apreciar todo lo que ya se tiene. Trabajar por más horas no es necesariamente sinónimo de mayor productividad. Lo importante es lograr un equilibrio y salir de la rutina del “tengo que” (estar disponible, estar presente, multiplicarme, etc.), porque eso es vivir en función a la agenda de otros.