Pero de lo que más se habla en el mundo aspiracional es de los unicornios, ese nivel que sueña alcanzar la mayoría de los emprendedores. El problema es que tal categoría puede quedar, justamente, en un sueño. Por eso hoy se empieza a hablar cada vez más de las cebras, que son empresas que están fundadas sobre valores que les permiten crear soluciones en el largo plazo, que son sustentables, y financieramente sanas. Su razón de ser es solucionar problemas detectados en comunidades o ecosistemas, además de tener utilidades.
El nacimiento de la categoría unicornio, en 2013, creó un nuevo paradigma y un modelo a seguir por emprendedores de todo el mundo. Su denominación obedece a que, según Aileen Lee, creadora del concepto, era prácticamente imposible que, además de sobrevivir a los dos primeros años de vida, una empresa llegara a alcanzar un valor de 1,000 millones de dólares. La cuestión es que las startups que intentan convertirse en empresas unicornio suelen morir rápidamente y sólo un pequeño número lo consigue.
Cuatro años después de la popularización de esta tendencia, Aniyia Williams, emprendedora e inversionista, y un grupo de emprendedoras de Sillicon Valey, iniciaron un nuevo paradigma: el de las cebras; empresas que surgen observando las tendencias del mercado y adaptándose a las demandas de los consumidores. ¿Por qué cebras? Porque no siendo ni totalmente negras ni totalmente blancas, tienen alto potencial de crecimiento.
¿En qué se traduce esto? En que no se centran solamente en ser rentables ni en poner objetivos irreales que nadie vaya a poder sustentar económicamente. Tienen ánimo de lucro, pero también una causa: buscan mejorar el mundo trabajando porque sus metas hagan que las cosas estén mejor de como las encontraron. Por eso es necesario hacer las cosas diferentes, pensar y sentir diferente.
En tanto la economía de los gigas creció rápidamente a lo largo de la pandemia (y continúa la tendencia), el ritmo de la inversión de capital de riesgo se desaceleró a partir del 2020 y no ha podido alcanzar los niveles anteriores. Ello puede implicar que empecemos a ver la desaparición del mítico unicornio para dar paso a un ser real: las cebras.
¿Por qué? Porque este tipo de empresas se caracteriza por hacer negocios de verdad, sin pretender perturbar los mercados actuales, logrando rentabilidad y demostrándola durante un tiempo, y ayudando a resolver un problema de la sociedad. Se centran en aliviar los problemas sociales, medioambientales o médicos, al tiempo que se ocupan de su propia rentabilidad.