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#LetrasNetas | La agenda que no cumpliremos

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, una iniciativa de la ONU, fue firmada por 193 países con una meta puntual: un pacto global que guiara a la humanidad hacia un mayor bienestar.
lun 05 septiembre 2022 06:05 AM
filas desempleo en el mundo
Según la Organización Mundial del Trabajo, el desempleo mundial este año llegará a los 207 millones de personas, unos 21 millones más que en 2019.

(Expansión) - Este mes se cumplen siete años de que se firmara la Agenda 2030. Como en toda buena agenda, se pusieron metas, que se numeraron del 1 al 17, se les puso título a cada una, así como qué implicaba y el tiempo para cumplirlas.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, una iniciativa de la Asamblea General de la ONU, fue firmada por 193 países con una meta puntual: un pacto global que guiara a la humanidad hacia un mayor bienestar. Todos los temas son prioritarios, desde la erradicación de la pobreza extrema hasta la reducción de la desigualdad, pasando por un crecimiento económico inclusivo en ciudades sostenibles.

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En aquel momento faltaban 15 años y no se veía imposible ir cumpliendo la hoja de ruta, a la que se sumaron empresas, academia y las organizaciones de la sociedad civil. Ahora, cuando nos quedan poco más de siete años para llegar a la meta, estamos más lejos que nunca de haber logrado lo acordado.

Si bien es cierto que nadie podía prever una pandemia –que le quitó casi tres años de acción al plan–, tampoco se avizoraba la efervescencia y la incertidumbre a nivel político y económico que vivimos hoy. Tampoco estaba en ningún escenario la posibilidad de una guerra en la medianera de Europa, ni más ni menos que con Rusia como protagonista.

Si revisamos la agenda, hay retroceso al menos en seis de los 17 objetivos de desarrollo sostenible (conocidos como los ODS): hambre cero, trabajo decente y crecimiento económico, ciudades y comunidades sostenibles, acción por el clima, vida de ecosistemas terrestres y paz, justicia e instituciones sólidas. Algunas metas lograron no estancarse, como la caída en la mortalidad infantil y un mayor acceso a la electricidad, a la telefonía móvil y a internet.

La meta de achicar la brecha entre los más pobres y los más ricos fue uno de los puntos en los que peor quedaron los objetivos (en buena parte, culpa del COVID-19): según la Organización Mundial del Trabajo, el desempleo mundial este año llegará a los 207 millones de personas, unos 21 millones más que en 2019. La pandemia dejó a 77 millones de seres en situación de pobreza, incluso entre quienes tienen empleo. La proporción de trabajadores que viven en la pobreza extrema subió del 6.7 % en 2019 al 7.2 % en 2020.

En desigualdad, el panorama también es sombrío. En 2020 aumentó el número de individuos viviendo en pobreza extrema, de 119 a 224 millones, el primer incremento de la pobreza a nivel global en 21 años. Según Oxfam, las fortunas colectivas de las 10 personas más ricas del mundo aumentaron en los dos primeros años de la pandemia a más del doble: de 700,000 millones de dólares a 1.5 billones. En el mismo lapso, los ingresos del 99% de la población mundial bajaron y más de 160 millones de personas cayeron en la pobreza.

Combatir el hambre ya suena a quimera más que a objetivo. La invasión rusa a Ucrania le sumó un componente extra a la débil seguridad alimentaria de los países firmantes. Kiev y Moscú son líderes globales en la producción de cereales básicos y fertilizantes.

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“Alcanzar el hambre cero para 2030 parecía inalcanzable en 2019, pero ahora es prácticamente imposible”, declaró hace poco Qu Dongyu, director de la agencia de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Las personas que hoy pasan hambre suman 828 millones, 150 millones más que antes de la pandemia.

Y como plus, a nivel mundial estamos transitando la inflación más alta de los últimos 40 años (con Estados Unidos llegando a un récord interanual de 7%, inédito desde 1982). Y lo mismo ocurre a nivel local, con un alza en precios nunca visto en las dos últimas décadas.

Como pocas crisis, la del coronavirus provocó un cambio mundial en el que cada país quedó a deber a sus ciudadanos. Es hora de que la ONU revise sus objetivos y que los 193 aliados armen una nueva agenda, no menos ambiciosa pero sí mucho más realista.

Nota del editor: Bárbara Anderson es editora, columnista y speaker de negocios y finanzas. Activista de los derechos de personas con discapacidad; dirige yotambien.mx, un sitio de noticias sobre inclusión. Síguela en Twitter como @ba_anderson Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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