Dicho esto, la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de México, en 2018, inició un nuevo giro hacia la izquierda en los gobiernos latinoamericanos. De 2019 a 2022, le siguieron Argentina, Bolivia, Perú, Honduras, Chile y Colombia. Con un triunfo de Lula, las izquierdas gobernarían los siete países más poblados y las seis economías más importantes de la región. Desde 2010, no tenían una presencia tan relevante como la actual.
Sin embargo, esta nueva ola de gobiernos de izquierdas tiene diferencias importantes con la de la primera década de este siglo. Estos factores, que generaron condiciones para su triunfo en las urnas, se convierten también en los principales desafíos que enfrentan y que dificultarán su permanencia en el poder.
La ola de gobiernos de izquierda de 2000-2010 fue posible, en gran medida, por el incremento de los precios de las materias primas, lo que permitía tener más recursos para programas sociales característicos de esta posición ideológica. Esto facilitó reelecciones en los países gobernados y abrió posibilidades a candidatos con propuestas similares donde eran oposición.
Ahora, el voto estaría guiado por el crecimiento de la desigualdad y el descontento con los gobiernos en turno -de derecha-. La gestión de la pandemia de COVID-19 exacerbó este descontento: cinco gobernantes de izquierda han sido electos de 2020 a la fecha. El manejo de la emergencia sanitaria ha sido una de las principales críticas al presidente Bolsonaro en Brasil; eso le ha acarreado costos a su administración, aunque en los meses recientes hay un crecimiento económico mayor al esperado y la inflación no se ha disparado como en otros países.
Dado que el combate a la desigualdad es un proceso de largo plazo que debe atender problemas estructurales de cada país, será un reto que se mantenga presente durante los próximos años. Adicionalmente, existen condiciones globales que implican mayores dificultades, como el conflicto comercial entre Estados Unidos y China, y la guerra entre Rusia y Ucrania. Ambos han provocado la disrupción de las cadenas de suministro, la cual condujo a una escalada de precios global sin precedentes en muchos países de América Latina y el Caribe.
En estas circunstancias se ha dado el ascenso al poder de los gobernantes latinoamericanos en los años recientes. Y si en algún momento les han sido favorables en su rol opositor, seguramente los políticos de derecha buscarán aprovecharlas ahora que se han invertido las posiciones. A esto hay que agregar las expectativas generadas durante las campañas.
En este nuevo periodo, los gobernantes de izquierda no contarán con amplios presupuestos, como sí lo hicieron durante la ola de inicios de siglo, para implementar programas sociales y políticas públicas orientadas a disminuir la desigualdad.