El pasado martes, el FMI anunció que espera un crecimiento de 2.7% para la economía mundial en 2023 (0.2 puntos porcentuales por debajo de la perspectiva que emitió en julio), con la posibilidad de que caiga por debajo de 2%; mientras que para este año estima una tasa de crecimiento de 3.2%.
Los pronósticos del Fondo son crudos, realistas, pero es posible que se queden cortos. Sus actualizaciones ocurren cada tres meses y, ante un ambiente de incertidumbre y cambios constantes en la economía, noventa días para una revisión es un periodo bastante largo. Este informe toma en cuenta las cambiantes condiciones actuales y los posibles cambios que se avizoran, pero 2023 puede contar con condiciones globales más inciertas y con mayor riesgo.
Este año, la economía global crecerá alrededor de 3%, aunque no se descarta que en las próximas semanas venga un proceso de desaceleración más marcado que apriete esta cifra a la baja.
Pero las cosas se complicarán en 2023.
De acuerdo con la perspectiva de Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics, ese 2.7% de crecimiento en la economía global que observa el FMI se antoja optimista. Hoy, ya algunos países en Europa que no solamente están tocando crecimiento cero sino que ya reportaron contracción económica en el segundo trimestre, al tiempo que el tercer y el cuarto trimestres se ven peores todavía, sobre todo para la locomotora europea que es Alemania.
El ‘incendio’, además, ya se extendió a otras economías; hay problemas financieros en Inglaterra, crisis en los suministros de Francia…
China reportó un crecimiento trimestral negativo en el segundo trimestre y se espera que hacia el tercero haya regresado hacia terreno positivo pero de manera gradual. Es posible que China continúe recuperándose en el cuarto trimestre pero ya se desaceleró.
El foco rojo, hoy, es la creciente probabilidad de una recesión en Estados Unidos, que representa alrededor de 25% de la producción mundial; un cuarto de la economía mundial la representa nuestro vecino.