Estados Unidos y China representan casi 40% de la producción mundial. Si las dos locomotoras se meten en líos, no hay forma que el resto del mundo evite los impactos, particularmente las economías emergentes cuyos principales mercados para sus exportaciones son ambos países. Si uno entra en recesión y el otro se desacelera, habrá recesión en América Latina y México no se escapará pues su economía depende del ciclo económico de Estados Unidos.
Aquí no termina esta cruda historia. Un nuevo factor puede complicar más las expectativas: Taiwán. Ante el diferendo que China sostiene con esta isla, se han empezado a presentar interrupciones en el tráfico de contenedores que pasan por el Estrecho de Taiwán y eso está complicando la entrega de suministros de productos manufacturados y semimanufacturados hacia varios países. Bajo este panorama, si las fricciones se agravan tendremos otro problema en los suministros de materias para los procesos productivos en todo el mundo.
¿Qué viene para México? Para 2023, el consenso proyecta un crecimiento económico del 1 al 1.5%. “Si Estados Unidos crece menos de 1%, no veo cómo México pueda crecer a 1.5. Si nuestro vecino crece medio punto, México va a crecer menos de un punto por la elasticidad del mercado mexicano con respecto al crecimiento de Estados Unidos”, afirma Alfredo Coutiño.
La paridad peso-dólar también tendrá su ajuste. Se espera que el dólar se revalúe y eso provocará la depreciación de otras monedas. Algunas ya se adelantaron: el real brasileño, el peso chileno y el colombiano. Se dice que el peso mexicano es hoy una de las monedas más estables. Lo que ocurre es que aún no le ha llegado el calor del ‘incendio’, pero se espera que el peso empiece a depreciarse en cualquier momento de 2023, antes del segundo semestre.
Así, la incertidumbre sobre el desempeño de la economía va a empeorar. Al interior del sector privado no hay ninguna duda: México caerá en una recesión. Lo que no se sabe es qué tan profunda será y cuánto durará. Algunos empresarios consultados dicen que será corta, otros que no será nada parecida a la de 2009 cuando prácticamente los mercados colapsaron.
En este momento, con todo y que la recesión se ha anunciado, no hay planeación estratégica que valga, por lo que muchas planeaciones se están generando sobre la marcha y los presupuestos serán de muy corto plazo, trimestrales o bimensuales. Según cálculos de empresarios consultados, la recesión aterrizará en México durante el primer trimestre de 2023. Hoy la prioridad es ajustarse a lo que se aproxima. No hay pánico, todavía.
El ecosistema emprendedor tampoco burlará esta agitación. El apetito de los fondos cambió, los inversionistas son mucho más cautos, pero aún se mantiene el potencial de crecimiento en América Latina a través de startups. “Sin duda veremos muchos despidos, empresas quebrando pero esto responde a la formalización de los ciclos. El futuro a mediano y largo plazos siguen siendo muy positivos”, dice Ricardo Weder, fundador y CEO de Jüsto.
Los botes con gasolina son muchos y pueden extender el ‘incendio’, por lo que hay que estar preparados para tratar de salir lo mejor librados de todo esto.