Cada vez las inversiones son más cautelosas. Durante la pandemia, el ‘boom’ de capital lo atrajeron las startups. Los titulares de los medios frecuentemente hablaban de grandes valuaciones y nuevos unicornios altamente prometedores eran la noticia. Pero a finales de 2022, el panorama es otro: la inflación y los pronósticos de bajo crecimiento son los que acaparan los titulares.
Oficialmente a dieta
El financiamiento no se acabó, se sigue levantando capital, pero ahora los inversionistas son más adversos al riesgo, aplicando valuaciones más realistas. La pregunta es, ¿con ello están poniéndole fin a un periodo de vacas gordas? Es un hecho que vamos a seguir viendo inversiones, pero cada vez más sofisticadas.
Por ejemplo, hace algunos años las empresas en las que invertía 500 Startups Management Company eran de ventas on line mayormente, ahora destina fondos a empresas de industrias como telemedicina, inteligencia artificial y de datos.
Jorge González Gasque, de G2 Momentum Capital, escribió un cuento corto sobre las empresas unicornio, que retrata claramente el presente de estas compañías. En su narración señala: “Tomaron un camino más difícil y declararon: Chicos, el dinero será escaso en el futuro… Hagan que el dinero dure mucho tiempo y tal vez despidan a algunos de sus empleados favoritos”. Y cierra con énfasis: “De ahora en adelante, nosotros (y nuestros colegas) solo invertiremos en unicornios delgados y malos. Ahora están oficialmente a dieta”.
Sin malos, ni buenos
En el estricto sentido de supervivencia, el rol social del empresario es aportar valor con sus productos y generar empleo. Aunque no sea correcto decirlo: primero hay que sobrevivir y se sobrevive cortando gastos y tomando decisiones difíciles.
Los grandes líderes saben que hay que jugar limpio en momentos de turbulencia. Es común creer que como líderes aceptar un error es perjudicial para nuestro prestigio, o nuestro ego; pero, cuando hablamos de frente al equipo ocurre exactamente lo opuesto. Aceptar la falla genera empatía y fortalece la confianza.
En 2008 Howard Schultz, de Starbucks, expresó abiertamente que haber reconocido sus errores ante más de 180,000 colaboradores fue un punto de inflexión para la empresa, pues a partir de ese momento retomaron su senda de crecimiento. Además, para él fue “como haberse liberado de un gran peso en los hombros”.