En anteriores colaboraciones he hablado acerca de que Estados Unidos cuenta con un sistema llamado Learning and Employment Record (LER, por sus siglas en inglés), el cual se compone de un registro digital enfocado en estudiantes que contiene de manera integral las aptitudes y certificaciones obtenidas, a la vez que empata los requerimientos del mercado laboral para contribuir a la generación de oportunidades de empleo.
Poco después, con el fin de hacer el LER una realidad, se empezó a hablar del Comprehensive Learner Record (CLR, por sus siglas en inglés) que, en pocas palabras, es la forma implementable del LER. Sin embargo, actualmente se utilizan como términos intercambiables con diferencias mínimas.
Específicamente, en Estados Unidos existen diferentes sectores desde donde se promueve la importancia y utilidad de la implementación de un LER/CLR. Desde hace años, una de los actores más relevantes en el tema es la Asociación Americana de Registradores y Funcionarios de Admisión Universitarios (AACRAO), una asociación profesional, voluntaria y sin ánimo de lucro que trabaja incansablemente a favor del desarrollo del CLR.
De hecho, actualmente la AACRAO, a través de becas de fundaciones como Lumina o la Fundación Bill y Melinda Gates, trabaja de la mano con diversas universidades, instituciones y organizaciones para concretar una iniciativa estratégica de CLR/LER en varios estados.
Pero eso no es todo, desde el sector público, en 2018 se crearon el Consejo Nacional para el Trabajador Estadounidense y la Junta Asesora de Políticas de la Fuerza Laboral Estadounidense (AWPAB), quienes, dentro de su objetivo de crear una estrategia nacional que identifique una vía para transparentar los datos para que estudiantes y trabajadores estadounidenses tomen mejores decisiones, identificaron al LER como una forma esencial para que los trabajadores, los empresarios y las instituciones de educación y formación comuniquen qué habilidades se demandan y qué habilidades poseen ya los empleados potenciales.
Es decir, el pasar de un CV tradicional a uno digital e integral que se refleje en una mejor inserción al mundo laboral por parte de los estudiantes. Pasar de “las buenas calificaciones” en clase a “buenas calificaciones y más y mejores competencias y habilidades” adquiridas tanto dentro y fuera de la escuela.
Es pasar desde los cursos académicos hasta las actividades curriculares y otras experiencias diversas que aportan una gran cantidad de conocimientos y competencias, el que los estudiantes tengan la oportunidad de demostrar sus habilidades y capacidades más allá de un expediente académico. Es la ampliación de los registros de los estudiantes que apoya el reconocimiento del bienestar académico, todo ello en un entorno seguro y verificado.