Sin embargo, el reto no acaba ahí, ya que estos temas, además deben ser permeados a la cultura organizacional y transversalizados a todas sus áreas, contando con el apoyo y convencimiento de la alta dirección, para no caer simplemente en “greenwashing” y poder transformar realmente la manera de operar de la empresa o de la organización.
Lo anterior conlleva a que forzosamente se tendrá que trabajar en la concientización, formación y el desarrollo de la responsabilidad social en lo individual, es decir en lo que compete a cada una de las personas que conforman una organización, ya que somos las personas las que podemos tomar una decisión, llevar a cabo una acción o abstenernos de alguna práctica, con base en una serie de criterios, lineamientos, políticas, etc. que pueden o no estar alineados a los principios de la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad, para que en consecuencia el desempeño de la organización en su conjunto pueda ser evaluado bajo estos criterios.
En la práctica, es aquí donde podemos encontrar las mayores áreas de oportunidad para muchas empresas, incluso con modelos maduros de Responsabilidad Social, pero que poco han trabajado en fortalecer y comunicar internamente la importancia del tema y la vinculación con el trabajo diario de cada uno de sus colaboradores, y así es como nos podemos encontrar muy buenos programas y acciones de Responsabilidad Social hacia afuera, que hacia dentro de la organización nadie o pocos conocen, fuera de los responsables de éstos.
Se aprovecha así el efecto multiplicador que pueden tener los colaboradores al interior de la empresa siendo ejemplo y motivadores de sus compañeros de área, pero también hacia el exterior volviéndose embajadores de la organización frente a sus familias, amigos y la sociedad en general, al estar comprometidos y orgullosos de trabajar en una empresa socialmente responsable, en la que ellos mismos son responsables del buen desempeño en la materia que se haya logrado.