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Grandes cifras

Genera preocupación en China la pérdida del bono demográfico, ya que la cantidad de jubilados y pensionados en ese país crece de manera sostenida, apunta Gabriel Reyes.
vie 20 enero 2023 06:10 AM
Niños vestidos con uniformes azules y grises hacen honores a la bandera en una escuela primaria en Wenshui, China.
Para muchas personas que han decidido tener hijos, las ayudas gubernamentales son insuficientes para poder dar a sus hijos la calidad de vida necesaria.

(Expansión) - Hace 10 años comenzó a ser notorio el decrecimiento de matrimonios en China. Desde hace cinco, la caída de nacimientos ha sido sostenida. A pesar de que se han abandonado las restricciones para tener uno o dos hijos, permitiéndose ahora tener tres, la población china comienza a decrecer. El objetivo fijado por las autoridades hace más de cuatro décadas se alcanzó.

Pero ahora, el gobierno del gigante asiático tendrá que volver a valorar la política pública impuesta, la cual, ha sido señalada internacionalmente por considerarse violatoria de elementales derechos humanos, particularmente, el de libertad de elección, en cuanto a la capacidad de definir cantidad y espaciamiento de los hijos.

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Los datos invitan a prever una crisis en lo poblacional. Genera preocupación la pérdida del bono demográfico, ya que la cantidad de jubilados y pensionados en ese país crece de manera sostenida, sin que el efecto COVID haya cambiado sustancialmente la curva alcista de los requerimientos financieros destinados a cubrir y sufragar el costo que demanda ese segmento de la población. Para mantener constante el nivel de población en condición productiva óptima, se precisa adoptar medidas que permitan consolidar una joven fuerza de trabajo, generadora de la riqueza que, por un lado, mueva el aparato productivo, y, por otro, sirva los fondos de vejez, cesantía y retiro.

Para que las medidas, incentivos y hasta subsidios tendientes a lograr el nuevo objetivo rindan frutos, deberán pasar más de 10 años. Hay que fomentar la elevación de la tasa de nacimientos, asunto que no resulta nada fácil ante la nueva perspectiva de muchos jóvenes, quienes han incursionado en nuevas formas de relacionarse, sin un claro propósito de mantener parejas estables.

En todo el mundo no solo es perceptible que los jóvenes han decidido mantenerse en la soltería hasta bien entrada la tercera década, sino que, desde que alcanzan la madurez sexual, muchos deciden u optan por no generar compromisos con una pareja sentimental, lo cual, entre otras decisiones, implica el no engendrar hijos, al no estar en sus planes el atarse a lazos que entrañen compromisos de largo plazo.

En China, el problema se aprecia con rapidez y claridad, dado que los grandes números que ese país maneja en todo asunto de la vida diaria, ha encendido luces amarillas para algunos, y rojas para otros, dado que los cálculos actuariales son implacables y las proyecciones y corridas reclaman tomar cartas en el asunto de manera urgente.

Es claro que combatir la pobreza y la marginación, mediante la implantación de limitantes tendientes a alcanzar un objetivo restringido de modelo familiar, fue, en su momento, sumamente criticado, pero ahora, se tendrán que impulsar objetivos aún más complejos de trazar bajo exigencia regulatoria. Lo que antes fue materia de la prohibición, hoy es un comportamiento voluntariamente adoptado, bajo entendidos socialmente generalizados.

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Sí, no se antoja viable el exigir adoptar pareja por plazos en los que se puedan gestar núcleos familiares con tres o cuatro hijos, ni mucho menos, el hacerles asumir el compromiso de criarlos, dentro o fuera del matrimonio, por lo que las medidas de ese corte están, o deben quedar descartadas. Ya se ha intentado el subsidiar a quienes abrazan la paternidad o maternidad libremente, pero es evidente que no es, ni será suficiente. El legado hoy se busca en horizontes distintos a la descendencia.

La consolidación de una base demográfica equilibrada, sostenible y financieramente estable va a demandar gran creatividad de quienes aspiren a ser hombres de estado, debiendo dejar a un lado, como meta última de la política, el conseguir y conservar el poder a toda costa.

Nota del editor: Gabriel Reyes es exprocurador fiscal de la Federación. Fue prosecretario de la Junta de Gobierno de Banxico y de la Comisión de Cambios, y miembro de las juntas de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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