Los bombardeos a la infraestructura ucraniana son un claro ejemplo, entre muchos otros, del juego que se teje bajo esta lógica. Sacar la mayor ventaja dadas las condiciones del entorno, desmoralizar y estar presente en la mente del enemigo.
Pese a que no ha existido una pausa formal en las hostilidades, sí se palpa una especie de reagrupamiento y reordenamiento en torno a los siguientes pasos a seguir, aprovechando las inclementes condiciones climáticas. Por ello toma relevancia la definición de la ampliación del apoyo de la OTAN a Ucrania: envío de tanques, sistemas de defensa aérea, artillería y aviones. Rusia se prepara para una más cruenta primavera y Ucrania debe de responder a este alistamiento, equipando lo mejor posible a sus tropas.
Es indudable que vendrá una escalada de violencia y ataques en los próximos meses, que muy probablemente buscarán reconfigurar el statu quo actual y, con ello, las barajas de la negociación.
La estrategia de ambos bandos continuará, cada vez más, desarrollándose en diversas esferas: en el campo de batalla, en la interacción diplomática, en el mundo digital y en el plano económico. Los países occidentales están aumentando su presencia en Asia Central, una región que Rusia ve como su esfera de influencia. El acercamiento de Estados Unidos a algunos países de dicha región, la misión de monitoreo en Armenia por parte de la Unión Europea, la inclusión de Suecia y Finlandia en la OTAN, la evaluación del ingreso de nuevos países a la Unión Europea, son algunos ejemplos de dicho planteamiento.
Por su parte, Rusia ha consolidado su alianza multidimensional con China e Irán y ha tenido en Turquía una especie de interlocutor, que, aunque riesgoso y con una agenda propia, satisface sus intereses. Igualmente, ha intentado consolidar sus relaciones diplomáticas con Israel y ha encontrado en África y América Latina opciones para contar con mayores territorios de influencia para contrarrestar la presencia occidental en su zona de dominio indirecto.
Existen dos factores que habrá que seguir muy de cerca en las próximas semanas. Uno será el impacto real que llegue a tener dentro de la estructura más cercana y el círculo rojo de Volodimir Zelenski los actos de corrupción de altos mandos y gobernadores, los cuales pueden representar una debilidad y un aumento en la desconfianza interna ante un ambiente inestable. Ucrania se ha caracterizado en las últimas décadas por ser un país corrupto y este tipo de casos puede ser una herida abierta dada la situación presente.