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Hacia un liderazgo con dimensión humana

Las organizaciones que cuentan con espacios laborales considerados como humanos y empáticos tienen mayores posibilidades de captar a los mejores talentos y perfiles profesionales del mercado.
lun 06 febrero 2023 06:06 AM
Hacia un liderazgo con dimensión humana
El auténtico líder establece vínculos con los trabajadores de la organización, convirtiéndose en un mentor e impulsor del talento humano, apunta Guillermo Fournier.

(Expansión) - Las personas no son números ni agentes mecánicos inanimados. Detrás de cada ser humano existen motivaciones, aspiraciones y características particulares. Sobre todo, el deseo de superación y el sentido de logro definen a mujeres y hombres por igual.

Si bien las Revoluciones Industriales han marcado la historia de la humanidad y producido importantes avances en el desarrollo económico mejorando la calidad de vida alrededor del mundo, su legado no está exento de perjuicios.

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El énfasis en maximizar la producción en favor de incrementar las ganancias también se tradujo en una suerte de obsesión por los resultados sin miramientos que, en muchas industrias, desembocó a la par en deshumanizar el trabajo, reduciendo a los operarios a meras piezas dentro del engranaje de funcionamiento de las organizaciones.

Así, en el contexto hipercapitalista, los trabajadores son elementos desechables. Infortunadamente todavía hay empresas que no ven a sus colaboradores como personas, sino como insumos para generar utilidades.

El problema, más allá de consideraciones éticas, es que se trata de una visión sumamente limitada que a mediano y largo plazo demuestra ser contraproducente.

Claro está, las empresas se integran por personas con responsabilidades asignadas y posiciones definidas en la dinámica organizacional. Cada colaborador dispone de una formación específica con perfiles distintos que deberían ser complementarios en atención a los objetivos que se plantean.

Idealmente, el líder o gerente conoce las habilidades, fortalezas y áreas de oportunidad de cada uno de los miembros de su equipo de trabajo. En el mismo sentido, quien ocupa una posición de mando asume la responsabilidad de identificar lo que motiva e inspira a sus colaboradores.

Cuando no es así, predomina una desconexión en cuanto a la dimensión humana se refiere, entorpeciendo el óptimo funcionamiento del área o departamento en cuestión. El auténtico líder establece vínculos con los trabajadores de la organización, convirtiéndose en un mentor e impulsor del talento humano.

Deshumanizar la interacción entre el líder y su equipo de trabajo implica romper la apertura en los procesos de comunicación y retroalimentación, además de imponer una cultura del miedo, en detrimento del ambiente de confianza que debiera ser la norma en grupos de trabajo de alto desempeño.

Exigir resultados sin tomar en cuenta la dimensión humana de los colaboradores (familia, salud, aspiraciones legítimas, etc.) genera un desgaste tremendo, incluido el tan temido burnout que suele desembocar en elevada rotación de personal.

Desde luego, esto acaba siendo costoso para la empresa. En cambio, cuando los trabajadores sienten que se toman en cuenta sus necesidades y se valoran sus aportaciones, el resultado es diametralmente distinto.

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Políticas corporativas como apoyos de licencia remunerada por maternidad (y paternidad), incentivos económicos para estudiar diplomados y posgrados, así como bonos por buen desempeño laboral, son altamente rentables para las empresas.

Las organizaciones que cuentan con espacios laborales considerados como humanos y empáticos tienen mayores posibilidades de captar a los mejores talentos y perfiles profesionales del mercado.

La premisa es obvia: un colaborador contento con la empresa en la que trabaja da lo mejor de sí; mientras que un empleado inconforme, se limitará a hacer el mínimo esfuerzo mientras encuentra una mejor opción laboral.

Sin duda, el mundo profesional está cambiando. Las empresas se preocupan cada vez más por desarrollar espacios en los que sus empleados se sientan realizados y con la oportunidad de contribuir de acuerdo con ciertos márgenes de libertad y responsabilidad.

Aquellas organizaciones que no se adapten a esta transformación paradigmática, correrán el riesgo de quedar rezagadas en un mercado altamente competido.

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Apostar por la dimensión humana será la tarea de los liderazgos emergentes en un contexto dinámico que demanda una nueva visión organizacional, donde impere un equilibrio entre productividad y bienestar.

La empresa del siglo XXI está llamada a tener una cara mucho más humana. Seguramente, esto se reflejará en un desarrollo sostenible en sentido amplio, que incentive la innovación y el progreso en las sociedades.

Nota del editor: José Guillermo Fournier Ramos es docente en la Universidad Anáhuac Mayab. Vicepresidente de Masters A.C., asociación civil promotora de la comunicación efectiva y el liderazgo social. También es asesor en comunicación e imagen, analista y doctorando en Gobierno. Síguelo en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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