(Expansión) - En su primera decisión de política monetaria del 2023, la Reserva Federal de Estados Unidos dictamina un aumento de un cuarto de punto porcentual a su tasa de referencia, a un nivel de 4.75%, el más alto desde finales de 2007. Los mercados sin embargo reaccionan con entusiasmo. ¿A qué se debe? Esencialmente a una expectativa de que las tasas no deben subir mucho más, pero sobre todo, que eventualmente bajarán.
Es hora de retirar la morfina en los mercados financieros
Cabe hacer una precisión aparentemente menor pero, a mi juicio, clave: no es lo mismo decir “estamos llegando a la cima”, a pensar que “estamos cerca del pico”. Lo último supone que las tasas pueden bajar tan rápido como subieron, restaurando el auge financiero después de un difícil 2022. A juicio de quien esto escribe, no es probable ni conveniente. De hecho, desde una perspectiva fundamental, sería terriblemente preocupante.
Como cualquier otro precio, el del dinero (que es la tasa de interés) se determina por oferta y demanda. Desde el 2008 ocurre un sustancial aumento en aquella, motivado por los grandes bancos centrales del planeta en respuesta a los riesgos que genera la crisis financiera global. Fue equivalente a una dosis urgente de morfina para mitigar el impacto de un choque adverso mayúsculo. La pandemia requirió una nueva dosis.
Dicho tratamiento fue facilitado por la ausencia de inflación. La de Estados Unidos promedia 1.6% a tasa anual entre 2009 y 2019. Creo que difícilmente veremos esos niveles en el futuro cercano. Se explican en gran medida por el surgimiento de China como la fábrica del mundo (la inflación de bienes de consumo duradero en Estados Unidos, que refleja mejor ese efecto, promedia -0.5% durante 2009-2019). Post-COVID, es difícil esperar un derrotero semejante para el gigante asiático, pues enfrenta retos mayúsculos. ¿El más importante? Superar la llamada “trampa de la clase media” – mantener ritmos de crecimiento elevados cuando el país entra a dicha categoría en términos de ingreso per cápita. Pero esa es otra historia.
Más que un pico, parece entonces que nos estamos acercando a una meseta, con pendiente modesta. Insisto en que no es necesariamente una mala noticia.
Las tribulaciones de las economías occidentales tienen que ver en gran medida con un problema de productividad. Si ésta es baja, la rentabilidad es mínima y, por ende, no hay incentivos a invertir. Sin embargo, como la tasa libre de riesgo se ha mantenido cercana a cero, aun los proyectos menos redituables – o que no hacen sentido – pueden obtener recursos. La depuración necesaria para recuperar la productividad y canalizar los recursos a capital productivo no se materializa. Mucha morfina obstaculiza el diagnóstico.
La pregunta entonces es si existen proyectos en el mundo industrial hoy en día que ofrezcan el suficiente rendimiento para competir con una tasa libre de riesgo más alta. Mi impresión es que sí, en actividades como la transformación energética o la digitalización de servicios – un sector en donde es generalmente difícil aumentar la productividad laboral. Algunas de esos quehaceres se benefician incluso de la reanimación de iniciativas de política industrial que pueden ser debatibles, pero que finalmente están moviendo las cosas del lado de la oferta productiva.
En cualquier caso, la única forma en la que lo sabremos es intentándolo. Mohamed El-Erian, por ejemplo, afirma que los especialistas financieros tienen que volver a aprender a ser selectivos, a encontrar sectores y empresas atractivos y olvidarse de la era del dinero fácil. Coincido; aunque seguramente el retiro de la morfina motivará episodios de volatilidad (crea adicción después de todo), los bancos centrales deben mantener una postura firme. Es cuando el liderazgo intelectual y las dotes de comunicación que estas instituciones poseen deben emplearse a fondo.
Nota del editor: Sergio Luna estudió Economía en la UNAM y la Universidad de Londres. Fue economista en el Banco Nacional de México durante 33 años y continúa en dicha profesión, ahora de manera independiente. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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