La SI respondió a una premisa concreta: que los precios de las materias primas que Latinoamérica produce están sujetos a un deterioro secular respecto a los precios de los productos manufacturados que la región compra. De ser cierta esta tesis – originalmente formulada por Raul Prebisch y Hans Singer – la región debe moverse al lado “correcto” de dicha ecuación. La industrialización por SI es el conjunto de políticas orientadas hacia ese propósito.
La primera pregunta es si efectivamente ocurre ese deterioro secular. Se ha estudiado mucho el tema (Carlos Urzúa, por cierto, hizo uno de los estudios empíricos más relevantes), la respuesta más honesta es que en realidad no lo sabemos. Lo que es cierto es que Estados Unidos y sobre todo Canadá son grandes productores de materias primas y no parecen muy preocupados por el asunto.
Pero aun suponiendo que lo estuvieran, poner en marcha un esquema de SI a nivel regional implica compromisos que no creo que el gobierno mexicano realmente pretenda promover. Necesitaríamos aranceles comunes, es decir, la formación de una unión aduanera, que es una forma de integración más ambiciosa que un tratado de libre comercio.
Y ya que estamos en el tema de uniones aduaneras, Jacob Viner nos explicó ya hace algún tiempo que a diferencia del libre comercio – que “crea” transacciones entre países que antes no ocurrían – un acuerdo de integración regional puede “desviar” comercio. Es decir, la existencia de un arancel desvía la transacción más ventajosa a favor de un país que goza de exención a dicho arancel. Cuando la desviación es superior a la creación de comercio, hay pérdidas agregadas de bienestar, cosa que me extraña, que nadie mencione al hablar de nearshoring, por ejemplo.
Es en este frente donde las limitadas capacidades del actual gobierno son más costosas, me parece. Lo que sí acordó el comité aludido es reforzar las cadenas de suministro regional en áreas concretas como semiconductores y vehículos eléctricos. Eso indica un interés en ciertas formas de política industrial y una política comercial más activa. Es, además, consistente con los tiempos que corren, en los que globalización y libre comercio están a la defensiva y la lucha hegemónica entre China y los Estados Unidos, así como la conformación de bloques, parecen ser el nuevo normal.