En el ser encuentro la capacidad para poder convertirme en agente de transformación, incluso más allá del cambio, porque este último siempre lleva violencia por la exigencia de modificar algo aparentemente negativo. La transformación es un proceso mucho más enriquecedor porque asume todas las dimensiones de la persona, luces y sombras; por tanto, un líder debe ser capaz de inspirar la transformación de su entorno con alto nivel de miras.
En segundo lugar, el hacer, es más sencillo porque el líder además de ser, debe hacer que las cosas sucedan; entonces, el líder es capaz de marcar una diferencia y que su paso sea trascendente, de ahí su liderazgo.
Finalmente, el compartir; en esta visión propuesta, me di cuenta que faltaba una dimensión, la capacidad de poder hacer crecer al equipo al compartir más allá de un propósito, objetivo o meta, sino el darse; el tener la generosidad de ir caminando hombro a hombro con el equipo y lo más característico, irradiar la pasión propia de quien tiene un destino claro.
Estos tres verbos deben conjugar a la acción, es decir, convertir las palabras que mencionaba en mi columna anterior en acción. Esto nos debe llevar a cobrar conciencia del potencial de nuestro liderazgo, todos podemos ser líderes y en cierto momento dirigimos aún sin darnos cuenta.
El liderazgo en acción se traduce en una forma de vivir, impulsando, motivando a los que están a nuestro alrededor, ello debe privilegiarse en todos los grupos de pertenencia del hombre, desde la familia hasta las organizaciones.
Si logramos inculcar esa premisa en las familias, éstas podrán alcanzar todo su potencial al permitir a los padres acompañar a los hijos para ser mejores personas y verlos madurar. En las empresas, se cuidaría el activo más valioso: a los colaboradores, para impulsarlos a crecer al desarrollarles planes de carrera y la confianza en ellos mismos, pero lo más importante, hacerlos partícipes de su gran contribución a las instituciones; ver y entender que esa aportación da sentido de pertenencia y orgullo de construir parte de algo más grande en lo que mi participación es pieza clave.