Sin embargo, de un tiempo para acá se ha acentuado una tendencia a la baja. El VC en México cayó 42.49% en el tercer trimestre de 2022, según la plataforma Transactional Track Record. En tanto, la semana pasada, los fondos Vision para América Latina de SoftBank (dirigidos para financiar startups) reportaron pérdidas por 5,800 mdd en el último trimestre de 2022.
Historia corta: en algún momento, a nivel mundial, se vivió una época de ‘dinero barato’, lo que provocó que los pulls de dinero le apostaran a los grandes crecimientos de startups. Pero cuando se empezó a terminar la época del ‘dinero barato’ por las subidas de las tasas de interés en Estados Unidos, Europa y Japón, el apetito por invertir en alto riesgo bajó. En consecuencia, cambió el modelo de crecimiento de una startup y, por lo tanto, del VC.
Fue ahí cuando las variables se distorsionaron. Una startup se funda normalmente con la expectativa de que seguirá recibiendo dinero en futuras rondas, como si éste fuera infinito, pero cuando en la siguiente ronda el dinero no llega como se esperaba, entonces, empiezan los problemas para muchas de estas empresas porque se quedan sin capital de trabajo para mantener un ritmo acelerado de crecimiento. Eso es lo que hoy está pasando.
“2021 fue un año récord en inversión en VC en América Latina y México. Un año después hubo escasas inversiones. La caída fue muy dolorosa. Hoy, las empresas bien posicionadas, sanas financieramente, que estén demostrando una dirección hacia la rentabilidad son empresas que pueden ganar y cuentan con interés del VC”, dice Heberto Taracena, quien ha sido consultor en el Banco Mundial y asociado en McKinsey & Company.
“La pandemia, las dificultades en las cadenas de suministro, la alta inflación, las tasas de interés, luego una guerra, han puesto a los inversionistas y a algunos founders en estado defensivo porque lo que queremos todos es preservar el cash porque no sabes si vas a levantar nuevas rondas”, complementa Marlene Garayzar, cofundadora de Stori, el emprendimiento mexicano que en 2022 fue declarado como unicornio.
Ya no existen las condiciones de 2021, cuando fluían los dólares, pero lo que sí hay que aceptar es que el dinero seguirá fluyendo aunque en menor medida.
En este momento varias son las estrategias que ya ejecutan los fondos de VC: apretar más los tickets de valuación, tomar proporciones más grandes de las empresas en las que han invertido, rediseñar sus portafolios con empresas más maduras y con mucha más claridad hacia la rentabilidad.
Para 2023, el sistema de valuación de VC cambia. Hay muchos fondos que tienen mandatos y capital disponible. Ese dinero no regresará a los Limited Partners (LPs, los socios inversionistas que integran los fondos de VC), sino que se terminará usando. Pero todo dependerá de un factor: la rentabilidad.
Aquellas empresas capaces de ser positivas en su generación de efectivo, sobrevivirán y protagonizarán las futuras historias de éxito; las que no tengan esa posibilidad y tampoco la confianza de inversionistas para meterles más dinero van a estar en serios problemas. La realidad es cruda, pero es. Ya no será posible apostar única y exclusivamente con un buen pitch, tampoco será suficiente tener a un gran founder, sino demostrar que pueden ser rentables lo antes posible; facturar, rentabilizarse, llegar ya al punto de equilibrio.