La preocupación es debido a que la crisis derivada de la pandemia de COVID-19 afectó a las industrias manufactureras cuyo crecimiento ya estaba en declive, especialmente en países en vías de desarrollo, lo que amenaza con detener y hasta revertir el progreso hasta ahora alcanzado en lo relativo a este Objetivo de Desarrollo Sostenible. De por sí la industrialización en los países menos avanzados es demasiado lenta como para alcanzar la meta en 2030, si comparamos los 114 dólares el valor agregado por manufactura per cápita en dichos países contra los 4,938 dólares en Europa y América del Norte.
Las infraestructuras son fundamentales. En 2016, se estimaba que más de 2,400 millones de personas no tenían acceso a saneamiento mejorado; al menos 663 millones carecían de acceso a agua potable segura; más de 1,000 millones vivían sin acceso a la electricidad y al menos un tercio de la población rural mundial no contaba con una carretera para todo tipo de clima. Para más, las necesidades mundiales de inversión en infraestructuras aumentarán un 50% en la próxima década.
La escasez de inversión, basada en las tendencias actuales y previstas, muestra una amplia brecha que debe abordarse, principalmente para mejorar las infraestructuras viarias y eléctricas. Ello implica más inversión especialmente en países en los que las infraestructuras básicas como las carreteras, las tecnologías de la información y las comunicaciones, el saneamiento, la energía eléctrica y el agua, siguen siendo escasas. Se trata de una inversión que forme parte de un pacto social entre un gobierno y sus ciudadanos,
Pero esta inversión plantea numerosos retos. En primer lugar, el involucramiento de diferentes actores en proyectos que implican grandes sumas de dinero, lo que los hace susceptibles de corrupción y soborno. En segundo lugar, la calidad de muchas infraestructuras es a menudo decepcionante en muchos países. Por último, el mantenimiento de las infraestructuras suele ser deficiente, lo que aumenta los costes y reduce los beneficios.
¿Qué nos espera?
Los rápidos avances en sistemas ciberfísicos, informática avanzada, tecnologías móviles, analíticas y en la nube, facilitarán soluciones de infraestructuras más inteligentes para 2030. Es decir, las futuras infraestructuras tendrán que planificarse y coordinarse mejor con base en una mejor modelización de la demanda futura y de los cambios meteorológicos y medioambientales a largo plazo.
La sociedad exigirá cada vez más infraestructuras autónomas que aprovechen al máximo la generación y distribución de energía, hagan más inteligentes los edificios y mantengan la fluidez del tráfico. Seguramente ello mejorará con el aumento del uso de sistemas inteligentes que utilicen bucles de datos de retroalimentación que proporcionen pruebas para la toma de decisiones informadas y mejores datos en los que basar las proyecciones.
Un estudio sobre tendencias en infraestructuras, realizado por una importante consultoría internacional, sugiere que una nueva realidad económica exige una nueva concepción de las infraestructuras: más digitales, más sostenibles, más equitativas. El estudio pone de relieve que las infraestructuras puramente "físicas" (carreteras, puentes, electricidad) están pasando a ser más "físico-digitales", con coches autónomos e "infraestructuras inteligentes".