La economía mundial, en algún momento, se inundó de liquidez y el mundo se acostumbró a vivir con dinero barato. Más tarde, las tasas de interés empezaron a subir y el costo del crédito se encareció. Así, algunos bancos quedaron atrapados ante el diferencial de tasas, apostaron al riesgo y perdieron. Por su parte, las redes sociales perturbaron el sentimiento en los mercados y desataron ‘corridas bancarias’. Vinieron los contagios en Europa, en mercados emergentes, en la depreciación de monedas…
Hubo más: exceso de confianza, una reacción tardía de autoridades monetarias, regulaciones rebasadas por los nuevos tiempos.
¿Estamos al borde de otra gran crisis bancaria de escala mundial? No hay quien considere que esta convulsión derivará en una gran crisis como la de 2008. Tampoco es posible dejarse ir por el optimismo y acusar que la apología del desastre es obra y gracia de uno que otro amargado economista. Pero de lo que nadie se va a poder salvar es de los impactos que traerá la aversión al riesgo, que hoy está en boga.
A mediados de 2022, había quienes pensaban que lo que iba a pasar en la economía mundial era solamente una desaceleración. Al cierre del año, existía una alta probabilidad de que Estados Unidos cayera en recesión, pero hasta hoy el mal augurio no se ha materializado. Ahora, a raíz del estallamiento del problema bancario, la volatilidad se ha intensificado y el fantasma de la recesión ha vuelto a deambular.
“¿De qué depende que se materialice? De las medidas que se tomen para mitigar el problema. Creo que lo que las autoridades estadounidenses han hecho va en la dirección correcta. Si esto funciona y logran detener el pánico bancario, podríamos decir que se puede librar la recesión, pero lo que sí podemos decir es que las probabilidades de recesión han aumentado”, afirma Alfredo Coutiño, director para América Latina en Moody’s Analytics.
¿Hay probabilidades de contagio para otras economías? Depende de qué tan expuestos estén los bancos en cada región. Sin duda, los bancos regionales en Estados Unidos tienen un efecto de contagio muy fuerte. Se dice que eso no va a pasar en México. Las autoridades y los bancos saben más porque ellos saben en qué tipo de inversiones están los activos del sistema bancario mexicano. Pero, ante el efecto de contagio por resonancia por aversión al riesgo nadie se va a salvar.
“Esperamos que el tipo de cambio cierre en 18.70 al cierre del año. Ya está en esos niveles. Las cotizaciones por debajo de las 17 unidades probablemente ya no las veamos, pero también las actuales cotizaciones son resultado de la presión y de la incertidumbre que los mercados todavía tienen. Yo veo un entorno favorable para el tipo de cambio, pero esto es un recordatorio de que los episodios de mucha bonanza no son permanentes y cualquier cosa puede desequilibrarlos”, sostiene Jessica Roldán, economista en jefe de Finamex.
Las autoridades sostienen que México está en una órbita distinta. Sin embargo, este episodio puede no ser un fenómeno aislado, lo que significa que podríamos tener eventos de aversión al riesgo hacia adelante y afectar la percepción de los inversionistas con respecto a los activos percibidos como riesgosos, en concreto en economías emergentes. Es cierto, no hay una catástrofe pero, ante la volatilidad, las economías tienen vasos comunicantes. Y la banca también.