Ante un recuadro que pide se acepten condiciones para continuar descargando contenido, la respuesta es mecánica, aceptando sin siquiera dar lectura al mensaje de advertencia, por inquietante que este sea, como también se acepta, sin chistar, cualquier texto kilométrico que lleve el título de licencia o términos de uso, de forma que los mercaderes de la red saben que el retener el boleto de entrada les permite imponer cualquier condición, exigencia o requerimiento, el cual no va a ser objetado, porque ni siquiera será revisado.
La información personal, familiar, patrimonial y financiera es entregada a ciegas, para acumularse en un acervo que ha venido creciendo geométricamente hace más de un cuarto de siglo, el cual, gradualmente, ha ido engrosándose insospechadamente a través de videos, digitalización de expedientes y de los muy abultados legajos de formularios que llenamos casi a diario. Todo se captura, escanea, fotografía, adjunta a los correos, y, tarde o temprano, se reenvía.
La información se encuentra, toda, en una representación humana de lo intangible, invisible e imponderable, la nube.
A cambio de comodidad, hemos puesto la seguridad de los hogares, de los registros comerciales e industriales, y hasta militares, en posesión de aparatos que, poco a poco, y mediante la relación de datos e información, adquirieron la capacidad de aprender más allá de su programación inicial.
Los torpes movimientos de los primeros autómatas son cosa del pasado y ahora las versiones modernas fácilmente nos pueden superar en un sinnúmero de actividades.
El encuentro brutal con la inteligencia artificial no es la primera vez que llegamos al borde, a un punto límite de quiebre. En tiempos recientes, la clonación nos hizo caer en cuenta de que somos capaces de crear o generar entidades que no entendemos y no podemos controlar.
Es ya muy claro que los videos, documentos y todos los datos interactúan y que el reservorio de ellos es capaz de correlacionarlos para obtener conclusiones. La generación espontánea de motivos, objetivos o fines no se encuentra lejana, y, aun así, hemos decidido actuar de manera negligente al respecto, algunos ignorando el proceso y otros alentando un más acelerado avance.