En el último par de meses, por medio de este espacio, he compartido con ustedes amables lectores reflexiones personales sobre temas como la importancia del cuidado del agua y mi punto de vista sobre el Día Internacional de la Mujer. En ambos casos, subrayé la relevancia que tiene el stakeholdering en la construcción de una agenda en torno a temas materiales para unos y para otros. Ahora, me gustaría ahondar en este concepto y cómo, al ejercerlo y aplicarlo correctamente, contribuimos al bienestar de las comunidades en donde vivimos y trabajamos y las hacemos lugares más sostenibles y equitativas.
El stakeholdering, o la gestión de los grupos de interés, es un enfoque de administración que reconoce la interdependencia de todas las partes involucradas en el funcionamiento de una empresa o cualquier organización que pretenda ser parte de una comunidad y permanecer en el tiempo.
Vamos a poner un ejemplo sencillo para aterrizar esta idea: imaginemos que somos los anfitriones de una cena familiar y de amigos, por supuesto que nuestro objetivo es que todos asistan y la pasen muy bien; para eso es necesario conocer a nuestros invitados y saber qué le interesa, qué le gusta y qué espera cada uno de ellos de esta reunión. Es buena idea saber qué les gusta comer, si hay alguien alérgico a algo, qué tipo de bebidas tener disponibles y qué tipo de actividades o temas son comunes para todos o la mayoría.
Como anfitriones, queremos que todos se sientan contentos y satisfechos con la experiencia y que quieran regresar después, que sepan que nos interesamos por ellos, que los conocemos y que nos esforzamos por que ellos nos conozcan y nos aprecien.
Esta analogía aplica para las empresas y organizaciones que tienen un legítimo interés de pertenecer a una comunidad y contribuir a ella tomando el rol del anfitrión de la fiesta relacionándose con todos los grupos interesados en lo que la empresa u organización hace en su entorno; colaboradores, proveedores, autoridades, clientes, comunidad en general y hasta el medio ambiente. Todos comparten un mismo entorno y todos tienen una visión de cómo contribuyen a construirla en conjunto.
Entonces el stakeholdering va más allá de los límites tradicionales de las organizaciones para reconocer que el éxito no depende únicamente de los beneficios financieros o propios, sino también del bienestar y la prosperidad de todos nuestros stakeholders de nuestra comunidad.
Cuando hablamos de iniciativas sociales o ambientales tenemos que reconocer que todas son interdependientes, por ejemplo, el cuidado del agua y la relevancia de ser corresponsables sabiendo que todos dependemos de las mismas fuentes hídricas y de su sostenibilidad o la necesidad de contar con una completa representatividad de la comunidad en cualquier organización que pretenda tener éxito siendo diversa e inclusiva no solo dentro sino con los stakeholders involucrados. Es decir, escuchar las necesidades e intereses de cada uno de ellos y priorizar lo que todos compartimos para sumar esfuerzos y beneficios.