El crecimiento económico ha sorprendido durante el primer semestre del año; los datos muestran una economía mexicana más dinámica de lo que se anticipaba a finales de 2022. Las previsiones de crecimiento para este año, publicadas por distintos analistas, observan una ola de revisiones al alza. A últimas fechas, los expertos esperan un avance de 2.7%, con un rango que va de 2.1 a 3.5%; la propia SHCP, en palabras del subsecretario Gabriel Yorio cambió sus pronósticos para colocarlos de 2.2 a 3.0%. Cabe subrayar que el optimismo para estas modificaciones se basa en el fenómeno de relocalización de empresas y la percepción de que existe un menor riesgo para que ocurra una recesión en Estados Unidos.
#LaCoyunturaEconómica | Dinámica del crecimiento
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La inversión productiva en México se disparó. En mayo experimentó su mayor avance en 33 meses. El repunte fue de 15.1% anualizado y fue motivado principalmente por la construcción, en particular, por un mayor gasto del gobierno en obras de infraestructura y del sector privado, así como por el impulso en proyectos de espacios industriales por el nearshoring. La demanda interna y los niveles de empleo también muestran condiciones positivas. En julio pasado, el Inegi reportó que el indicador mensual del Consumo Privado en el Mercado Interior aumentó, en términos reales, un 0.5% a tasa real. En el ámbito laboral, durante el primer semestre del año, México creo 514,411 puestos de trabajo con seguridad social, lo que representó un aumento de 14.7% respecto al mismo periodo de 2022.
A decir del equipo económico de Grupo Financiero Actinver, el día de hoy existen “tres Méxicos”. Regiones del país que están impulsadas por diferentes fuentes y dinámicas de crecimiento: 1) el México impulsado por la inversión extranjera; 2) el que es apoyado por las remesas; y 3) el impulsado por la construcción a través de obras públicas.
Una primera dinámica del crecimiento que experimenta el país se configura a partir de la frontera norte, el centro y el Bajío mexicano. Hasta hoy, estas regiones han sido las favoritas para el “nearshoring”. Por esta razón, han atraído inversión extranjera, la cual ha impulsado el desarrollo de la industria, en beneficio de la economía doméstica, a favor la creación de empleos y con una mejora correspondiente de los salarios que se atribuye al incremento de la productividad de las regiones.
Un segundo proceso lo viven los estados expulsores de mano de obra, especialmente los de la región Sur-Pacífico, que son impulsados por las remesas enviadas desde el extranjero, lo que ha permitido la recuperación del consumo de las familias. Según cifras del Banco de México, los enviós de dinero de enero a junio, ascendieron a 30,238 millones de dólares, lo que supone un alza del 9.9% respecto al mismo período de 2022. Estados como Jalisco, Michoacán, Guerrero y Oaxaca son punteros en esta recepción de divisas, aunque también destacan Guanajuato, Edomex, CDMX, Puebla y Veracruz.
Una tercera lógica la representan los estados del sureste y la península de Yucatán, los cuales se han visto beneficiados por el gasto público que han representado los los proyectos de inversión que implementa el Gobierno Federal, tales como el Tren Mayo, la Refinería de Dos Bocas o los proyectos del Istmo.
Habrá que estar atentos a la forma en que evolucionan estas dinámicas. Por lo pronto, el cambio de gobierno que ocurrirá el próximo año, empieza a definir retos importantes que debemos atender. El reciente estudio denominado “Después de AMLO”, publicado por el “Center for Strategic International Studies” (CSIS), identifica como temas prioritarios: a) restablecer la confianza de las inversiones extranjeras en el sector energético y resolver la controversia que se mantiene con Estados Unidos y Canadá en este rubro; b) presentar un plan nacional de política pública para maximizar los beneficios del “nearshoring”, junto con una propuesta de seguridad pública que sea creíble y efectiva; c) generar mecanismos que permitan que todas las regiones -especialmente el sur-sureste- sostengan en el mediano plazo, un ritmo de crecimiento similar al que tiene el resto del país; 4) garantizar la capacidad fiscal y burocrática del Estado Mexicano, para atender los nuevos retos de infraestructura.
Hay mucho trabajo por hacer.
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Nota del editor: El autor es abogado y economista, fue diputado federal, senador de la República y aspirante a una candidatura independiente a la Presidencia. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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