Las familias que enfrentan el dolor de la pérdida de un ser querido no tienen por qué sufrir una carga adicional de angustia, incertidumbre o indignación por los términos en que se establece la repartición de un patrimonio.
Para evitar la profecía auto cumplida de los problemas familiares - a pesar del testamento- es necesario partir de los hechos y no lo que nos gustaría que fuera. Todas las familias tienen sus dinámicas de acuerdos y desacuerdos; para evitar una ruptura necesitamos:
Clarificar
La mayoría de los problemas provienen de las expectativas. Es necesario hacer el ejercicio de explicar las decisiones a los herederos para que no los tomen por sorpresa y también puedan dimensionar el regalo que están obteniendo -porque eso es una herencia- ya sea dinero, acciones, un bien inmueble o piezas de arte.
En este apartado, también entra la designación de quien nos ayude a que nuestra última voluntad se cumpla, como puede ser la albacea, el asesor patrimonial y el notario.
Dimensionar
Considerar al testamento como un trámite en solitario es la fuente de muchos dolores de cabeza: designación del hijo mayor como director general sin consultarlo previamente; excluir a una hija o a un hijo por cuestión de género o edad; dejar a la empresa sin un plan de continuidad de negocio y sin protocolo familiar son algunos de los elementos que juegan en contra de la supervivencia de una empresa.
Las decisiones pueden ser personales pero las consecuencias son para los seres queridos, los accionistas, empleados, entre otras personas.
Planear en vez de controlar
Muchos empresarios ven en el testamento una oportunidad de dejar “todo bajo control”, sin contar con un plan de institucionalización -o al menos un protocolo familiar-.
Sin objetivos conjuntos, lo más probable es que los miembros de la familia a quienes les pareció “injusto” el testamento opten por pelear en tribunales, por eso, lo ideal es planear adecuadamente la sucesión hereditaria.