Publicidad
Publicidad

#Entrelíneas | El fallido intervencionismo político en la UNAM

En las próximas semanas, los reflectores volverán a caer sobre la UNAM ante el proceso de renovación de la Rectoría, actualmente a cargo del doctor Enrique Graue.
lun 04 septiembre 2023 06:10 AM
Muere profesor de la UNAM mientras daba clase en la Facultad de Medicina
El proceso de cambio de Rector para el periodo 2023-2027 recaerá en la Junta de Gobierno de la UNAM y, quien resulte electo, tendrá la posibilidad de reelegirse por otro periodo de cuatro años.

(Expansión) - La UNAM se prepara ya para el relevo en su Rectoría. El pasado 21 de agosto, la Junta de Gobierno de la Máxima Casa de Estudios emitió la convocatoria para los aspirantes a suceder a Enrique Graue, quien en ese contexto deslizó un comentario que detona el enfoque de esta historia: “En los tiempos que están por venir es posible que sigamos escuchando voces que quisieran moldear a su manera la forma en la que la Universidad Nacional toma sus decisiones y se gobierna a sí misma”.

En las próximas semanas, los reflectores volverán a caer sobre la UNAM ante el proceso de renovación de la Rectoría, actualmente a cargo del doctor Enrique Graue. La narrativa que dominará girará alrededor de un fenómeno que ya se ha hecho costumbre en estos tiempos basado en la tentación del poder político en doblegar la autonomía e independencia de las pocas instituciones serias y respetadas que nos quedan.

Publicidad

¿Andrés Manuel López Obrador buscará entrometerse en una decisión que compete, única y exclusivamente, a la comunidad universitaria de la Máxima Casa de Estudios? Esta pregunta, a raíz de lo que ha ocurrido en otras instituciones, resulta ociosa y chabacana. El Presidente de la República se ha pronunciado, incluso, por que el futuro Rector de la UNAM provenga del voto popular. Luego entonces cualquier barbaridad puede decirse y ocurrir en el desarrollo de esta historia.

El proceso de cambio de Rector para el periodo 2023-2027 recaerá en la Junta de Gobierno de la UNAM y, quien resulte electo, tendrá la posibilidad de reelegirse por otro periodo de cuatro años. Quien aspire a suceder a Enrique Graue tiene que ser mexicano de nacimiento, con una edad entre 35 y 70 años, ser catedrático de la UNAM por lo menos desde hace 10 años y gozar de buena reputación y honorabilidad.

De acuerdo con versiones periodísticas, entre los nombres que han sonado para suceder a Enrique Graue, se ubican: Imanol Ordorica, director general de Evaluación Institucional de la UNAM; Leonardo Lomelí, secretario general de la UNAM; Luis Álvarez Icaza Longoria, secretario administrativo de la UNAM, Mónica González, directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, entre otras y otros.

Sin embargo, al margen de los nombres que surjan para ocupar la Rectoría, particularmente de aquellos que puedan ser vistos como cercanos al Presidente de la República, la suerte de la UNAM no depende de este proceso sucesorio por una simple y sencilla razón: la vida universitaria por sí misma no está sujeta a ningún capricho político.

La UNAM representa la columna vertebral de la educación del país por tres características fundamentales: la primera, significa que la educación superior de calidad es gratuita; la segunda, está relacionada con el permanente proceso de investigación que ejecuta y, la tercera, constituye el centro con la mayor cantidad de oferta educativa que hay en el país. Al mismo tiempo, Ciudad Universitaria fue declarada por la UNESCO en 2022 como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Además, el papel de la UNAM en la sociedad mexicana es muy vasto. Expone y genera cultura. Divulga ciencia y conocimiento. Promueve el deporte en todas sus disciplinas. Le da rienda suelta a las libertades, a la generación de ideas y al debate. Despierta la crítica, la reflexión y la propuesta. Está rompiendo con su centralismo, ya que cuenta con campus en muchos estados del país y con representaciones en Alemania, Francia, España y varias ciudades de Estados Unidos.

Sin embargo, el ‘sospechocismo’ se manifiesta ante el inminente proceso de renovación de la Rectoría. Al interior de la UNAM se tiene muy presente que el fantasma del intervencionismo político se pasea sin ninguna pena. En este momento no hay quien lo dude: Andrés Manuel López Obrador no cejará en su intento por influir en las personas afines a su causa, que operan dentro de los órganos de gobierno de la UNAM.

El Presidente de la República puede lograr su cometido y colocar a un aliado suyo en el cargo que hoy ocupa Enrique Graue. Dentro de la universidad se tiene identificada a la gente que está ligada con la autollamada Cuarta Transformación e, incluso, ya se tiene previsto el activismo que desplegarán los emisarios del gobierno incrustados en Ciudad Universitaria. El virus político existe dentro de la UNAM, pero se espera que el antídoto contra éste desbarate cualquier mala intención.

Publicidad

La sucesión de la Rectoría se va a discutir en todos los campus y facultades de la Máxima Casa de Estudios y los intentos injerencistas contaminarán el proceso. Sin embargo, vale la pena colocar este fenómeno en la realidad que corresponde: las posturas que se inclinen a favor de la política dominante, gusten o no, serán parte del crisol de ideas que caracterizan a la UNAM y, por lo tanto, tienen todo el derecho de estar. Al final, la pluralidad es parte de la esencia de la universidad, pero lo que deberá imponerse son los principios universitarios.

Dicho de otro modo y sin perderse en las ramas: si la UNAM cae en las redes políticas sería un desastre, pero al final la vida universitaria es tan activa y diversa que no habría manera de consolidar ningún intento de intervencionismo y, mucho menos, de pensamiento único; no hay manera que prospere algún intento para desestabilizar la unidad de la UNAM.

En un entorno en el que la educación se transforma a velocidad de vértigo, la UNAM cuenta con una característica que ninguna otra institución educativa puede presumir: capilaridad social. La Máxima Casa de Estudios cuenta con un enfoque muy social y quienes son parte de su comunidad cuentan con un espíritu de desarrollo a base de esfuerzo y un orgullo universitario de terminar sus estudios y no engañar.

Todos los gobiernos populistas suelen tener la tentación de influir y someter a la ciencia y al conocimiento. En el caso de la UNAM hay lugar para todas las corrientes de pensamiento, pero eso no significa que sea posible imponer una ideología ni que los tiempos de la UNAM se sujeten a los tiempos de los gobiernos. La ciencia no es ‘ideologizable’, la educación no está para eso y nunca seremos un país de control ideológico.

**********

En tiempos de sucesión puede surgir una perversa práctica: la aparición de grupos de choque que pretendan desestabilizar. Para una mentalidad política, esto podría resultar conveniente pues la polarización suele ser uno de los mecanismos para distraer, dividir y dejar de poner el foco en lo verdaderamente importante. Atentos.

___________

Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión.

Publicidad

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad