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El sistema y la sociedad del futuro

Los grandes avances tecnológicos suelen ser análogos a los métodos biológicos; así es como hemos encontrado una fuente abundante de respuestas y conocimientos.
mié 04 octubre 2023 05:55 AM
El sistema y la sociedad del futuro
El cambio de paradigma es inminente y todos debemos ser parte para alcanzar un futuro inteligente, apunta Juan Carlos Chávez.

(Expansión) - Es momento de imaginar el porvenir cercano para recalibrar el rumbo. Aprender colectivamente de nuestros errores como humanidad jamás había sido tan urgente y relevante.

En el siglo XXI la ciencia y la tecnología han tomado la batuta con respecto a la metodología más potente para encontrar soluciones contundentes. Desafortunadamente, la economía, la política y la filosofía se han ido demorando, quedando en una posición desactualizada muy poco conveniente.

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Por un lado, recientemente hemos descubierto y descifrado las probabilidades conductuales de los estratos subatómicos con la mecánica cuántica; hemos descodificado gran parte del código transmilenario con los secretos más profundos de la vida a través de la genética, y hemos desarrollado herramientas increíblemente innovadoras, fascinantes e imponentes como la Inteligencia Artificial.

Por otra parte, los impulsos instintivos pobres y egoístas siguen dominando el ejercicio de la política y su teorización está primordialmente estancada con ideas viejas, fallidas y rebuscadas; las estructuras económicas atienden esencialmente a intereses personales y se encuentran plenas de barreras contraproducentes; y la filosofía parece haber olvidado el pragmatismo y su influencia elitista se limita esencialmente a su propia academia.

La inmensa diferencia entre aquellas bases disciplinarias en constante mejora y aquellas varadas o en retroceso, puede resumirse en dos palabras: sistemas abiertos.

Internet, blockchain, sistemas operativos y de gestión, programas, plataformas, bases de datos, protocolos de información, lenguajes y estándares abiertos son algunas de sus más relevantes manifestaciones.

En pocas palabras, muchas mentes o participantes tienen mayor capacidad de procesamiento y alcances que una o pocas.

Así funcionan los procesos biológicos, lo cual ha permitido a la vida conseguir hazañas tan inimaginables como la consciencia. En síntesis, ha lanzado un ejército de nodos que recopilan, aprenden, transmiten y replican información llamados genes para encontrar soluciones de supervivencia, resistencia y prevalencia frente a un entorno hostil y caótico. Aunque a simple vista no lo parezca, la lucha individualista de cada gen y especie aporta un bien mayor al todo. Es decir, no hay esfuerzos aislados sino redes interconectadas que actualizan el conjunto. También, así funciona nuestro cerebro.

Los grandes avances tecnológicos suelen ser análogos a los métodos biológicos; así es como hemos encontrado una fuente abundante de respuestas y conocimientos.

En contraparte, la política y economía han levantado resistencias que impiden el flujo de datos adecuado para una optimización integral. Por ejemplo, los líderes políticos dan preferencia a las configuraciones que derivan en mayor poder individual y no a aquellas que representan un avance colectivo. Lo mismo sucede con las cabezas económicas.

Paradójicamente, las propuestas y prácticas “socialistas” contemporáneas no han hecho más que obedecer a intereses de corto plazo de algunos grupos empoderados levantando barreras de resistencia aún más infranqueables.

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El desarrollo en las áreas anteriores ha sido muy complicado porque implica el desapego, inteligencia y empatía de los personajes en control; instintivamente, en una capa superficial del ser, estamos diseñados para aferrarnos a la conveniencia personal. Pero, en un nivel más profundo, también estamos programados biológicamente para colaborar. La oportunidad, eventualmente, está en líderes que diversifiquen el control y prioricen la lucha central por proteger el bienestar y la vida en todas sus manifestaciones. Lo anterior, tal vez, pareciera un anhelo inocente, pero la impía realidad y las partes afectadas tendrán que obligar el cambio de rumbo para evadir la autodestrucción.

Un sistema y sociedad realmente evolucionados necesitan trabajo y regulación en equipo: menos burocracia, más democracia; menos centralización, más distribución; menos secretos, más divulgación; menos egoísmo, más empatía; menos engaños, más congruencia; menos visión de corto plazo, más de largo; menos ignorancia colectiva, más sabiduría; menos paternalismo e intervención de grupos en control, más automoderación; menos acciones y pensamientos incubiertos, más transparencia; menos bloqueos y más caudal en todos los sentidos.

El cambio de paradigma es inminente y todos debemos ser parte para alcanzar un futuro inteligente.

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Nota del editor: Juan Carlos Chávez es Profesor de Creatividad y Bioeconomía (Genética, Neurobiología, Biofísica y Psicología en un contexto económico) en el sistema UP/IPADE y autor de los libros Inteligencia Creativa (2022), Multi-Ser en busca de sentido (2021), Psico-Marketing (2020) y Creatividad: el arma más poderosa del Mundo (2019). Es director de www.G8D.com Agencia de Comunicación Creativa y consultor de cientos de empresas nacionales y transnacionales. Síguelo en Facebook , Instagram y LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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