En México, ciertamente, los temas económicos no son tan pegajosos en las campañas electorales. El asistencialismo, la seguridad, impactan mucho más. Pero, finalmente, de algún modo inciden para fortalecer o debilitar percepciones a la hora de votar.
¿Qué puede pasar en 2024?
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, México crecerá solo 2.5% en 2024, lo que significaría una desaceleración a raíz del crecimiento de 3.4% esperado para 2023.
Al mismo tiempo, destaca que el nearshoring y la inversión en proyectos de infraestructura pública serán dos de los motores del crecimiento de la economía mexicana, al margen de la caída en las exportaciones que pudiera registrarse ante una eventual ralentizaciòn de la economía estadounidense.
Manuel Sánchez, economista y exsubgobernador del Banco de México (Banxico), espera un tono prudente en la política económica del país para 2024, pero advierte de ciertas incógnitas que podrían perturbar el horizonte, particularmente en la politica fiscal. “México tiene que tener más cuidado con su politica fiscal. El actual déficit fiscal no se había visto en muchos años y ello podria provocar una cierta turbulencia financiera”.
En efecto, la carátula de las finanzas públicas no se ve nada bien. Así como van las cosas, la siguiente administración tendrá que hacer un ajuste brutal en las finanzas públicas de más de 2 puntos del PIB ya sea en gasto o a través de un incremento en los ingresos vía alguna reforma fiscal. No podemos ir con una trayectoria insostenible de la deuda pública.
Esta es la principal red flag para 2024. El círculo rojo sostiene que se trata de un dardo envenenado para el próximo gobierno, sea del partido que sea, pues deberá apretarse el cinturón porque de otra manera sí podemos entrar a un episodio preocupante de inestabilidad financiera.
Bajo ese entorno, es interesante tener una mirada sobre las narrativas que las futuras candidatas presidenciales podrían desplegar para fortalecer o destruir las percepciones alrededor de la económia.
El nearshoring será una de esas zanahorias. El partido en el poder pregonará que la marabunta de inversiones ya está aquí, mientras que la oposición podria argumentar que la relocalización de las cadenas de suministro cuenta con varios desafíos (infraestructura, demanda energética e hídrica, talento). En cualquier caso, la recomendación es no empalagarse con algo que puede venir al alza pero que quizá no vendrá con el grado con el que lo imaginamos.
Pero la narrativa que se puede utilizar desde ya está relacionada con el comportamiento que está registrando el tipo de cambio. Contexto: José López Portillo, durante su administración, acuñó una frase que hoy se adapta perfectamente a las circunstancias: “Presidente que devalúa, se devalúa”. Actualmente, el peso flota y, eso, puede dar lugar a un manejo polìtico bastante conveniente para el partido en el poder.
Al respecto, el ex subgobernador de Banxico comparte una de las razones por las cuales el peso está de fiesta:
“Los economistas somos muy creativos para decir por qué se fortalece el peso, pero lo único que sabemos es que hay un gran apetito por nuestra moneda y lo que se nos olvida es que el peso es de las monedas más negociadas en el mundo y el valor de negociación es de arriba de 100,000 mdd diarios. Es decir muchos de los factores a los que muchos economistas hacen referencia sobre el peso simplemente no tienen sentido.
“La mayor parte de las transacciones en que se involucra nuestra moneda ocurren fuera de nuestro territorio, incluso, en donde las dos contrapartes del intercambio monetario están domiciliadas fuera del país y ni siquiera entran en la balanza de pagos”.
Dados los tiempos rumbo a la sucesión, y con todo y que las narrativas económicas no son el principal gancho electoral, el super peso aún no se exprime en los discursos politicos pero en algún momento se le sacará jugo, siempre y cuando mantenga la tendencia actual. Lo que pegará, y mucho, será la politica de transferecias sociales. Pero, esa, es otra historia.