El 2023 fue un buen año en cuanto al tema laboral. Fue un periodo en el que todos nos involucramos para evolucionar en aspectos que son fundamentales en el trabajo de los mexicanos. En ese sentido, tanto el empleador como el colaborador necesitan estar preparados para ser partícipes de estos grandes cambios que se avecinan, tal como lo vimos con la NOM 035 y NOM 037, normas enfocadas en el bienestar de los empleados. Pero esto también obliga a no descuidar la productividad en las empresas.
Reducción de jornada laboral: entre el bienestar del talento y la productividad
Ante todos los retos que se vislumbran con las reformas legales en materia laboral, la tecnología enfocada a la gestión de capital humano juega un rol de evaluación e impulso para todas las partes interesadas. Observar el desempeño y el cumplimiento de objetivos se volverá básico, para respaldar todos los beneficios buscados a través de las reformas, por ejemplo, a la Ley Federal del Trabajo. La digitalización en las áreas de Recursos Humanos incentivará la productividad, reducirá el estrés y apoyará en el cumplimiento de tiempos y procesos en las empresas.
Actualmente, la discusión en torno a la reducción de la jornada laboral en México se ha intensificado por las opiniones y argumentos que demuestran los beneficios para los colaboradores o las desventajas para las empresas, según el caso.
En relación con este punto, hace un par de años atrás, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), identificaron que las jornadas de trabajo de larga duración provocan afectaciones a la salud que, por lo que esto implica, impactan de manera negativa la productividad de las personas y por consiguiente, de las empresas que les contratan.
Esta tendencia se observa a nivel global: muchos países han puesto en marcha acciones legales para mejorar la relación vida-trabajo de los ciudadanos en edad productiva, de manera de equilibrar la balanza entre ambos
México es uno de los países con las jornadas laborales más extensas entre las naciones de la OCDE , poniendo sobre la mesa de los legisladores la necesidad de trabajar 40 horas a la semana y no 48 como hasta ahora. Sin duda, un tema que marca un hito en la historia y cuestiona la ya tradicional y acostumbrada correlación entre la productividad y las horas trabajadas.
Hemos visto movimientos como #YoPorLas40Horas, actividad que busca impulsar el cambio y crear conciencia entre quienes se relacionan con el talento humano, manifestándose para exigir y velar por los derechos de los colaboradores: el motor de toda empresa u organización.
Este y otros colectivos buscan devolver a los trabajadores su derecho al esparcimiento sano, la convivencia con las familias y al desarrollo personal, lo que toca fibras sensibles en quienes contratan y que ya ha expuesto su descontento, basándose en la premisa de la baja productividad de sus negocios y, sobre todo, haciendo énfasis en el impacto económico que esto representa.
¿Pero, qué hay de la experiencia internacional? ¿Qué ha pasado en otros países que ya redujeron su jornada laboral? ¿Se observan cambios que beneficien tanto a trabajadores como a empresas?
En otros países la reducción ha funcionado, porque para lograr una transformación contundente que contemple la productividad y el bienestar laboral se necesita la participación de organizaciones, directivos, colaboradores, áreas de recursos humanos y/o gestión del talento.
El capital humano demanda este equilibrio; tan sólo hay que echar un vistazo a las estadísticas. Un estudio de AON -firma global dedicada a la administración de riesgos y consultorías en capital humano- señala que el 90% de los colaboradores de las empresas perciben que existen cargas de trabajo y jornadas laborales extendidas. Este sentimiento puede provocar descontento, que termina reflejándose en una baja productividad.
Para que la reducción de la jornada laboral sea una realidad, es fundamental que este cambio se implemente de forma gradual y de la mano -efectivamente- de una mayor productividad, para evitar un impacto económico en las compañías.
Esto, más que un riesgo, es una oportunidad. Legislar siempre nos encamina a la innovación, lo que siempre tiene como propósito lograr una mayor competitividad. A largo plazo, avanzar en derechos y condiciones para el talento es tremendamente beneficioso para su retención.
Para asegurar que los niveles de producción real se mantengan, mientras se realiza esta evolución en favor del talento, tanto los empresarios como los encargados de materias organizacionales debemos asegurar la formación básica, capacitación, automatización y rediseño de los puestos de trabajo, es decir, los principales drivers de la productividad.
El colaborador mexicano tiene las capacidades para desarrollar su trabajo y encontrar soluciones ante situaciones que lo requieran y sacar adelante sus objetivos profesionales. México adoptará la evolución de las reformas laborales en una estabilidad productiva.
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Nota del editor: Felipe Cuadra es co-fundador de Rankmi. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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