Así, para empezar a descomponer esta historia, la OCDE estima un proceso de desaceleración del crecimiento económico para este año al colocarlo en 2.5%. El comportamiento de la economía estadounidense está alterando las expectativas, lo que afectará las exportaciones mexicanas, pero la OCDE pone el acento en el abordaje de desafíos como la conectividad digital, las regulaciones, el estado de derecho, la energía renovable y la gobernanza del agua.
“La productividad ha tenido un crecimiento muy débil en comparación con otras economías de la OCDE y eso hace que el potencial de crecer, de cara al futuro, sea menor. Si no se revierte esa tendencia, las tasas de crecimiento que México va a observar no serán muy altas. La productividad es importante porque es lo que en el medio plazo conduce al crecimiento per cápita de un país y lo que determinan los estándares de vida en el mediano plazo”, explica Alberto González Pandiella, jefe de la Sección de México y Costa Rica en el Departamento de Economía de la OCDE.
El tema fiscal, evidentemente, no podía faltar. La OCDE se suma a las voces que urgen a captar más ingresos y entre las papas calientes que propone están la aplicación de impuestos a la propiedad y ambientales, junto a la reducción de deducciones fiscales a los más ricos. Una reforma fiscal, sostiene, no es necesaria, como tampoco tener más impuestos y aumentar las tasas impositivas, sino simplemente aplicar los ya existentes. Por ejemplo, el impuesto predial. La discusión sobre el IVA tendría que venir después y solo hasta que se defina con claridad la regresividad hacia la población más vulnerable. Pero hay dos temas que no pueden esperar: persistir en el combate contra la informalidad, así como impulsar las políticas de cuidado e integrar a las mujeres a los empleos formales.
En cuanto al nearshoring, el reporte ubica varios desafíos pero el economista de la OCDE cita dos elementos clave que el país debe ejecutar, si pretende aprovechar al máximo la relocalización: las energías limpias y una revolución educativa.
Las empresas manufactureras a nivel global, explica, están descarbonizando sus procesos de producción, por lo que si no se tiene una oferta amplia de energía limpia será muy difícil atraer las inversiones de empresas que ya están trepadas en el boom de la descarbonización. El segundo punto está relacionado con dotar de habilidades al talento mexicano, conformado principalmente por una población relativamente joven en comparación con otros países de la OCDE.
Ciertamente, si se pretende pensar en el largo plazo vamos tarde en la revolución educativa. Hoy, millones de adolescentes no terminan ni siquiera la secundaria, lo que significa que a su corta edad ya tienen un futuro asegurado con obstáculos, informalidad, pobreza y mucha marginación. Así, ya no hay más tiempo que perder considerando que los efectos de una revolución educativa tardarán en llegar.
De igual forma, la actual ola del nearshoring puede cambiar el rostro a varias regiones del país pero, también, se corre el riesgo de repetir los mismos errores cometidos en tiempos del TLCAN y mantener una vocación industrial fundamentalmente con bajo valor agregado y poca especialización.
“Sí, hay tareas que, sinceramente, han sido valiosas para México pues han generado muchos trabajos formales, pero ahora hay una oportunidad de darles valor añadido y generar trabajos de más productividad y con salarios más altos”, añade Alberto González Pandiella.