El ex ministro de finanzas arremete contra algo que el considera peor que la Inteligencia Artificial o el propio capitalismo: con “el capital en la nube” se refiere a las grandes plataformas de comercio electrónico como Amazon o Alibaba, o los motores de búsquedas como Google o Bing, y todas las demás que ya conocemos.
Varoufakis se horroriza que estas plataformas aprendan de nuestros comportamientos y se adapten a nuestros gustos e intereses a través de la navegación en internet, ofreciendo productos extraordinariamente personalizados. Y luego se lanza a una diatriba sobre si es capitalismo o hay que llamarlo de otra manera, “como le piden sus amigos socialistas” ya que se trata de grandes sistemas de compraventa de productos y servicios no solo entre empresas sino también entre pequeños negocios o entre particulares.
En fin. Entiendo que el sr. Varoufakis no ha trabajado en su vida más allá de ser profesor universitario (algo muy digno, dicho sea de paso, que yo también lo soy). Él no ha tenido que trabajar buscando clientes por todas partes, no ha tenido que vender nunca nada (excepto este y otros libros, que bien se los promocionan los medios de izquierda que también están en la nube). Y no debe saber lo difícil que es esto de vender para muchos empresarios, emprendedores, trabajadores y profesionales de todos los sectores. No debe saber lo que es tratar de hacer una empresa rentable en un mundo de consumidores hiperconectados a todas las horas del día y la noche, con cientos de opciones al alcance de su mano.
Le espanta que las plataformas nos conozcan para ofrecernos cosas que cubran nuestras necesidades, y por qué no, nuestros deseos y aspiraciones. Pero se olvida que el consumidor está a un clic de quitar las cookies que almacenan y reportan lo que hemos visitado con el navegador de internet. Se olvida que los consumidores son más inteligentes que todo eso y que siempre pueden ir a otro lado, como por ejemplo al changarro de la esquina donde también nos saludan por nuestro nombre y preguntan cómo les va a nuestros hijos en la escuela, y si tu mamá ya ha superado su problema de salud. Y es esa proximidad a las personas la que ha construido con esfuerzo y dedicación el negocio de muchos pequeños emprendedores y empresarios: tratando de entender las necesidades de su comunidad y compitiendo con otros muchos proveedores de productos y servicios en un mercado cada vez más difícil, porque cada vez hay más oferta en todas partes.
Nada particularmente diferente a hacerlo a través de plataformas, donde muchísimas personas sin capital tratan de establecer un pequeño negocio. ¿Pero qué problema hay con que la publicidad sea cada vez más personalizada? ¿O que los productores de bienes y servicios puedan acceder a millones de clientes en todo el mundo?