De no ser por ellos, no me hubiera dado cuenta que estaba mal físicamente y por supuesto, no le di la importancia adecuada, fueron mis amigos y compañeros con quienes día a día desarrollo mis actividades que detectaron que había un problema.
Debo decir, para ser sincero, que tengo muchas lagunas sobre gran parte de esa mañana. Si menciono nombres sé que haría una injusticia por no agradecerles a cada uno, pero todo pasa tan rápido y es cuando valoras lo que realmente es importante en la vida, el cuidado de la salud, el rodearte de personas maravillosas que te aportan cada día aunque no lo valores, pero todavía más y, no porque no lo haya hecho hasta este momento, aprovechar al máximo la vida.
El hecho que pudiera contar con un seguro de gastos médicos mayores y la oportuna atención de mi doctor que dio la instrucción a mis amigos de llevarme a cierto hospital, que por cierto, tienen una cobranza nefasta, jugaron un papel fundamental para lograr que hoy no tenga secuelas visibles y vaya en franca recuperación. Muchas personas no corren con esa fortuna.
Las muestras de cariño no se hicieron esperar e incluso al escribir estas sencillas líneas, se me vienen las lágrimas, te hace recordar lo que mencionaba con anterioridad, muchas veces no vemos la siembra que hacemos a lo largo de la vida y es en estos momentos cuando el amor se cultiva, todas las oraciones, buenas vibras e intensiones te dan la fuerza que necesitas para entender que no es tu momento y lo fundamental de recordar el sentido de la vida, que nuevamente en honestidad, últimamente estaba muy al límite por distintas circunstancias, por mi formación me negaba a pedir ayuda, entre por soberbia y por una falsa creencia de autosuficiencia, con excepción de una gran persona, el Dr. José Genina.
Soy un hombre de fe, me considero católico practicante, no un modelo de vida, pero sí creo en el Señor y entiendo que hay pruebas para que despierte uno y valores tu entorno y muchas veces tomarte las cosas con más calma. Al final todo se acomoda, siempre me dice mi papá, pero no lo creemos; incluso por las medicinas que tengo que tomar, me generan sueños más vívidos, en uno de ellos escuché la voz: “no es tu momento” y que conste que no tengo alucinaciones.
Siempre les digo a mis alumnos que el éxito de las personas no se puede medir por el número de ceros en las cuentas bancarias, sí ayudan, pero de nada sirve cuando estás postrado en una cama en total abandono. Cambiaron mucho mis estándares de éxito, no solo es tratar de ser una mejor persona, sino serlo, ver cómo podemos lograr cosas en conjunto y aunque te caiga mal, buscar su bien.