Los datos respaldan esta realidad de contrastes. Por un lado, México emerge como uno de los destinos más destacados para la inversión en la región. Durante el último año, el país logró captar más de 2.5 mil millones de dólares en financiamiento dirigido a startups (CIEAL, Estado de las Startups Latinoamericanas, 2023).
Pero por otro lado, si bien el país se distingue por su elevado espíritu emprendedor, la Radiografía del Emprendimiento en México revela que, en una escala ascendente del 1 al 5, los emprendedores mexicanos asignaron un puntaje de 2.6 al ecosistema emprendedor nacional, principalmente debido a desafíos como la calidad de los servicios públicos, el acceso al financiamiento y la seguridad pública. Además, 7 de cada 10 empresas no ha recibido apoyo de alguna institución pública o privada para desarrollarse o fortalecer su gestión (Asociación de Emprendedores de México-ASEM, 2023).
Ante este panorama, no es de extrañarse que en los últimos 5 años nacieran 1.7 millones de establecimientos en el país, pero también murieran 1.4 millones en el mismo periodo (Inegi). Esta dualidad plantea la necesidad de una mayor atención a la educación empresarial y al desarrollo de políticas gubernamentales que fomenten una cultura emprendedora más sólida y colaborativa. Después de todo, el emprendimiento no sólo impulsa la innovación, sino que también es fundamental para el desarrollo económico y la creación de empleo.
Innovación con propósito: un nuevo paradigma empresarial
En medio de estos desafíos, los modelos de negocio sostenibles han surgido como catalizadores del cambio. Y es que estas empresas no buscan exclusivamente generar utilidades, sino que también tienen un propósito más profundo: contribuir a resolver problemas sociales y ambientales.
A menudo se piensa que integrar un propósito social en una empresa implica sacrificar rentabilidad y éxito financiero. Sin embargo, esto no es necesariamente cierto. Las empresas pueden adoptar una visión de negocios con propósito, alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible sin renunciar a su rentabilidad, mientras promueven la economía circular para un máximo procesamiento cíclico de materiales y recursos.
Cada vez resulta más importante luchar contra el prejuicio de que una iniciativa social no puede ser un for-profit, y demostrar que ambas pueden y deben convivir para garantizar su supervivencia a largo plazo.
El camino hacia un emprendimiento más responsable no es fácil, pero garantizar un mejor acceso al capital, generar modelos de negocio sostenibles con un manejo eficiente de las finanzas e incluir innovación tecnológica son clave para lograr el equilibrio deseado. No sobra recordar que la tecnología emerge como una herramienta poderosa y que tiene un potencial transformador al servicio del emprendimiento sostenible.
Al resolver problemas reales a través de la tecnología, empresas en sectores como fintech, e-commerce y marketplaces están liderando la revolución hacia un emprendimiento más responsable. Y la clave del éxito radica en la identificación de soluciones a problemas reales y masivos, sin demasiadas barreras de entrada a través de la oferta de productos y servicios accesibles y eficientes.
Sin embargo, la responsabilidad no recae únicamente en el emprendedor. El gobierno y las instituciones juegan un papel crucial en el fomento de una cultura de negocios sostenible a través de políticas y programas que incluyan estímulos fiscales para empresas con gestiones sustentables. La creación de incubadoras y aceleradoras enfocadas en la sostenibilidad son fundamentales para promover un entorno empresarial más responsable y competitivo.