Durante todo este proceso ningún candidato presidencial habló de ciberseguridad. La pregunta es ¿por qué debería figurar la ciberseguridad? La respuesta es simple: en este último sexenio hemos visto el crecimiento en volumen, peligrosidad e impacto de varios ciberataques, trayendo consigo consecuencias más allá de lo digital, impactos irreversibles en el mundo material.
Estos últimos años ningún tipo de gobierno ha escapado: federal, estatal e incluso municipal se han visto comprometidos ante vulneraciones, desde actos “simples” como desfiguros en sus portales web, hasta temas más robustos con malware, usualmente ransomware figurando en las principales armas utilizadas.
Las empresas de distintos tamaños tampoco han escapado, y ni se diga a los múltiples usuarios que han caído víctimas de phishing; podríamos estar ante una tendencia donde México continuará figurando en las listas de los principales países en los que se concretan ciberataques.
Hubo propuesta de seguridad en el plano físico, robustecimiento de la Guardia Nacional, combate a grupos delincuenciales en comunidades, quizá lo que más le vende a la población desde hace años, y se ha hecho un problema normalizado que a la gente le gustaría que se atendiera, el crimen organizado.
Sin embargo, ante una población de más del 90% de mexicanos con un dispositivo (mínimo) en sus manos, la gran conectividad que tenemos hace que el escenario de atención se convierta en otro, el digital.
Al parecer, a los cuerpos de campaña tampoco les interesó que mencionaran a la ciberseguridad al tener una mayoría votante llena de asistencialismo que defendería la causa aún impuesta y vigente de cabeza presidencial. Quizá para la parte antagónica que ahora impugna la elección le habría sumado algunos votos de otros sectores el tener en cuenta a la ciberseguridad.
No podemos ni debemos estandarizar los viejos discursos que han permeado a México, a sabiendas de que nos encontramos en otra era, otros tiempos. Las prioridades deben ser distintas, el carbón, los trenes y acabar con la naturaleza no deja nada; sin embargo, reconocer a la ciencia, la tecnología, la educación y la ciberseguridad nos podría llevar a otro camino interno.