Cuando una empresa decide iniciar el camino hacia la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), éste puede parecer incierto, complejo y demasiado largo, en particular para las empresas más pequeñas; sin embargo, conforme se va avanzando a lo largo de éste, dicha percepción puede ir cambiando si esto se hace con una buena planeación de corto, mediano y largo plazos que aborde el tema de manera integral y con una alineación a la estrategia y modelo de negocio, entendiéndolo como un proceso de mejora continua que le puede generar diversos beneficios.
Los beneficios de la Responsabilidad Social Empresarial
En primer lugar, la RSE puede facilitar el llegar a los segmentos de consumidores en los mercados más maduros que demandan estas prácticas, o aquellos que hoy en día están más conscientes de los impactos sociales y ambientales de sus decisiones de compra, así como de aquellos que se ven atraídos o identificados con las causas que la empresa apoya a través de campañas de mercadotecnia social. De igual manera, la RSE puede ser un elemento de entrada, o una exigencia, por parte de clientes corporativos que evalúan y seleccionan a sus proveedores bajo criterios de sostenibilidad.
Por otro lado, las empresas que invierten en la mejora de la calidad de vida laboral o que ofrecen mejores prestaciones, beneficios y oportunidades de desarrollo para sus empleados, como parte de su RSE, pueden atraer y retener al personal y hacerse de mejores colaboradores que valoran cada vez más estas buenas prácticas, pudiendo incidir en su motivación, lealtad y productividad, lo cual también podría disminuir el ausentismo y la rotación del personal.
Asimismo, y desde la perspectiva tanto de inversionistas como del sector financiero en general, una empresa con buenas calificaciones en materia de RSE o que ha implementado criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza), puede expandir sus posibilidades de financiamiento, conseguir mejores tasas de interés, o entrar a índices de inversión socialmente responsable, especialmente en los países con mercados financieros más desarrollados donde estos temas son considerados en las decisiones de inversión, otorgamiento de créditos o colocación de deuda.
Desde la perspectiva de la sociedad y de las organizaciones civiles, las empresas que realizan inversiones sociales (en educación, vivienda, salud, infraestructura, etc.) pueden mejorar su licencia social para operar y la aceptación por parte de las comunidades locales en las que tienen presencia o en aquellas a las que les interesa entrar. Esto a su vez puede evitar boicots, bloqueos, toma de instalaciones, etc., e incidir en una imagen y reputación positivas, vinculadas a la RSE.
Al realizar análisis de riesgos, impactos y oportunidades vinculados a la sostenibilidad en sus propias operaciones y las de su cadena de valor, las empresas socialmente responsables mejoran la gestión de sus riesgos actuales o potenciales lo que facilita la toma de medidas preventivas antes de que se produzca una crisis; facilitan la identificación y aprovechamiento de oportunidades de negocio, así como de mejora en sus productos, servicios y procesos; e incentivan la innovación para reducir o compensar sus impactos negativos y potencializar los positivos.
Todo ello también podría llevar a una mayor la eficiencia operacional por la sistematización, medición y mejora continua que implica la implementación de modelos de RSE, que conducen a aumentar la transparencia y rendición de cuentas hacia los diversos stakeholders a través del establecimiento de compromisos, objetivos y metas de sostenibilidad sobre las cuales se puede ir dando seguimiento con indicadores clave de desempeño.
Así, la RSE contribuye a la competitividad de la empresa al dotarle de una ventaja competitiva mientras sus competidores no las tengan, o sus stakeholders no la demanden; pero conforme el mercado donde opera se va volviendo más exigente en el tema de RSE, estas prácticas dejan de ser un diferenciador y se convierten en condicionantes para asegurar el éxito y la permanencia del negocio a largo plazo, o incluso, puede llegar a convertirse en un requisito para poder operar en ciertos mercados.
____
Nota del editor: Jorge Reyes Iturbide es especialista en responsabilidad social empresarial y desarrollo sostenible y desde hace 19 años ha trabajado para diversas empresas y organismos nacionales e internacionales en proyectos de investigación, consultoría, desarrollo de estándares y educación ejecutiva en la materia. Actualmente es Director del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac (IDEA) de la Universidad Anáhuac México. Síguelo en Twitter y LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión