Según la Asociación Mexicana de Data Centers (MEXDC) la demanda global de energía de estos centros continuará en aumento sostenido hacia 2026, impulsada por el crecimiento de la IA y la expansión de servicios en la nube.
Estimaciones de S&P Global señala que solo en Estados Unidos, la demanda total de energía de los data centers alcanzará aproximadamente 75.8 gigavatios (GW) en 2026, y que este consumo considera la energía utilizada por equipos de TI, sistemas de enfriamiento, iluminación y usos auxiliares. Pero para esto se requiere de fuentes de energía, como sistemas eléctricos o de energías alternativas.
En estados como Texas, la situación ya es crítica, pues autoridades aprobaron legislaciones que permiten desconectar temporalmente los centros de datos durante emergencias de red para priorizar el suministro residencial, revelando la insuficiencia de energía para abastecer ambos campos.
Mientras que en México, los integradores de infraestructura han destacado que la continuidad energética y el acondicionamiento eléctrico son elementos estratégicos para garantizar no solo operación sino competitividad.
La MEXDC proyecta que entre 2025 y 2030 se invertirán alrededor de 18,000 millones de dólares para añadir aproximadamente 1,516 megawatts (MW) de capacidad adicional en centros de datos en el país.
Actualmente el país cuenta con menos de 500 MW de capacidad instalada, con importantes hubs como Querétaro, que concentra la mayoría de proyectos de escala hiperescalar, pero este crecimiento acompaña inversiones gigantescas de empresas globales, como AWS o Google Cloud.
Para mitigar este cuello de botella, muchos operadores recurren a modelos híbridos que incluyen contratos con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), generación propia y desarrollo de subestaciones dedicadas. En algunos casos, empresas construyen su propia infraestructura eléctrica que posteriormente ceden al Estado o comparten con terceros para robustecer la oferta eléctrica local.
La Acclaim Energy señala que más del 70% de la electricidad en México proviene de fuentes fósiles, por lo que para los desarrolladores de centros de datos implica un desafío de sostenibilidad, además del riesgo de volatilidad de precios de energéticos y presiones sociales por las emisiones de carbono.