Kamala Harris asumió la candidatura a la presidencia de Estados Unidos durante el último día de la Convención Demócrata, realizada en la ciudad de Chicago. Con una recaudación de casi 500 millones de dólares para su campaña, y con el exgobernador de Minnesota como fórmula en la vicepresidencia, Harris asume una posición estratégica que trata más sobre no dejarle el camino libre a Donald Trump, que proponer vías para solucionar los crecientes problemas económicos, migratorios y de seguridad que enfrenta la nación del norte.
Fin de la turbulencia. La Convención Demócrata, sin sorprender en redes sociales
La Convención Demócrata, a diferencia del evento Republicano, sigue una fórmula que responde a necesidades televisivas para la identificación de su audiencia, que es casi la misma desde el periodo electoral en 2016. Discursos de los Obama, Oprah Winfrey, Eva Longoria y Alexandra Ocasio-Cortez con transiciones musicales de Bruce Springsteen y Beyoncé; la convención demócrata parece ser un programa de variedades que no convence a los votantes indecisos.
De acuerdo con la plataforma Brand 24, el impacto de la Convención Demócrata entre las audiencias hispanoparlantes fue de un poco más de 100 millones de interacciones, la mitad de los registros para la Convención Republicana (200 millones) que se realizó hace un mes en Milwaukee. Pero ambos candidatos tienen actualmente la misma popularidad en redes sociales, rozando las 100 mil interacciones en los últimos 3 meses. Kamala Harris no cuenta con el impulso mediático que consiguió Trump con el intento de magnicidio del 13 de julio, aún así, los números en redes sociales de la candidata demócrata compiten con la misma popularidad que tiene Donald Trump, para bien o para mal.
Mucho ruido, las mismas propuestas
Kamala Harris es un personaje neutral para el internet que no genera los sentimientos pasionales que Trump. Este fenómeno se explica porque los usuarios en redes sociales tienen sentimientos encontrados hacia el Partido Demócrata: por una parte, la gestión del gobierno incumbente ha sido estable, pero los ciudadanos con ideologías liberales no perdonan la postura tibia del actual presidente Biden ante el conflicto de Gaza e Israel. Tampoco las tensiones inflacionarias, una recesión económica en puerta y las tensiones migratorias con México son de ayuda para la candidatura de Harris.
La elección de Tim Walz, ex gobernador de Minnesota, como fórmula para vicepresidencia, señala la necesidad de popularidad que los demócratas quieren obtener de un personaje con alta aprobación entre los votantes más jóvenes. Realmente nada ha cambiado para el Partido Demócrata, desde la reelección de Barak Obama en el 2012, los candidatos que han desfilado para contender por la presidencia han moldeado sus estrategias de campaña para salvar los resultados electorales de posibles victorias republicanas.
Es evidente que los demócratas carecen de estrategias políticas que vinculen a los estadounidenses más jóvenes en un proyecto unificado que los represente. Las campañas presidenciales que se han desarrollado en los últimos 15 años, que coinciden con el crecimiento de las redes sociales y el alcance global del internet, tuvieron una vigencia limitada que usaba una narrativa para competir contra el Partido Republicano. Los demócratas nunca se preocuparon por formar simpatizantes de largo aliento que aglutinaran un frente común para convencer a la próxima generación de votantes.
Las campañas de Barak Obama, Hilary Clinton, Joe Biden y ahora Kamala Harris, tienen narrativas “desechables” que han fallado en formar afiliados políticos dentro de los usuarios en redes sociales, como sí sucede con el Partido Republicano. Los demócratas han conseguido “salvar” dos elecciones, pero cada cuatro años se enfrentan al mismo dilema que los aleja cada vez más de electores cautivos de nuevas generaciones.
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¿Qué sigue para este proceso electoral?
En esta columna he señalado que la incertidumbre es parte de la trama, pero los giros de tuerca ahora se verán reflejados en los resultados de las encuestas presidenciales, en las cuales ambos candidatos están tecnicamente empatados. Por la cercanía con el día de la elección, 5 de noviembre, es posible que no existan más cambios en las candidaturas oficialmente registradas, pero el apoyo público de personajes de la política y/o farándula (endorsement) pueden alentar el voto entre audiencias y votantes afines.
El próximo debate presidencial, organizado por la cadena televisiva ABC, será el 10 de septiembre en el National Constitution Center, en la ciudad de Filadelfia, Pensylvania. Este es un lugar clave para Donald Trump porque se trata del estado en donde sufrió un intento de magnicidio, pero las encuestas presidenciales de dicha región se mantienen tan parciales que no revelan un virtual ganador. Hace falta que Trump elija la estrategia en contra de Kamala Harris, que seguramente debe girar en torno a la crisis migratoria y el derecho al aborto en Estados Unidos.
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Nota del editor: Alejandra G. Marmolejo es profesora e investigadora del Observatorio de Medios Digitales del Tecnológico de Monterrey. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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