Es una realidad que el nearshoring es un fenómeno que resuena cada vez más en México por sus impresionantes cifras, como la posibilidad de un incremento del 2.5% en el PIB en los 6 años siguientes (CEEG 2023), o el hecho de que en el último Q de 2023 unas 42 empresas nuevas arribaron a México bajo este concepto. Y es que la reubicación de algunas empresas surge de una ecuación muy básica: estar geográficamente más cerca de sus mercados y/o cadenas de suministro para desarrollar logísticas más sencillas, más cortas, y por ende, más económicas; sumado a la expansión territorial, que juega también un papel importante para las organizaciones.
La perspectiva humana del nearshoring
Sin embargo, esta reflexión tiene que ver más con las personas detrás del fenómeno, partiendo de la premisa de que el principal motor de la industria y las organizaciones en general, son los equipos de trabajo, las personas; desde la manufactura más básica e indispensable, hasta los ingenieros, capacitadores, supervisores y cuerpos directivos de las plantas.
Son ellos y ellas quienes realmente harán del nearshoring una fuente de prosperidad -para sus empresas y para México-, porque en muchos casos, no llegarán solos, sino con sus familias (o en muchos casos, las formarán en sus nuevas ubicaciones), viniendo con ello una demanda creciente de bienes y servicios que puede generar una mayor derrama económica y, por supuesto, crecimiento y desarrollo.
Casas, escuelas, universidades, comercios, más vialidades, centros de reunión y esparcimiento, parques y plazas, soluciones de transporte, urbanizaciones, comunicación y conectividad, etc., serán cuna de nuevos polos de desarrollo.
La dimensión humana del nearshoring es enorme y debe ser evaluada por las empresas de la mano de los gobiernos y no de manera unilateral, para poder dar valor a esas familias que estrenarán hogar, harán vida después del trabajo, crecerán e, idealmente, serán pilar de nuevas familias. No deben quedar al margen. El ser humano es por naturaleza resiliente, adaptable, echa raíces y, en ese sentido, los fenómenos de la economía deben responder también a esa “fuerza laboral” desde una perspectiva ordenada que garantice el éxito, más allá de las ventajas competitivas y los retornos de inversión.
El nearshoring debe verse a la luz de un punto de vista empresarial con rostro humano, con nombres y apellidos, desde una perspectiva integral. Es imperativo que se establezcan políticas y programas que promuevan el desarrollo armónico de las comunidades, asegurando que las personas involucradas sean consideradas en todas las etapas del largo proceso.
En última instancia, el éxito del nearshoring puede -debe- traducirse en beneficios para las organizaciones, para las economías locales, para los consumidores finales y, por supuesto para la sociedad en general, construyendo un futuro próspero y sostenible para todos los involucrados por el bien de nuestro querido México.
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Nota del editor: André Maxnuk es CEO de Mercer LATAM y CEO de Marsh McLennan México. Tiene más de 27 años de experiencia laboral, un MBA Ejecutivo en la Escuela de Negocios Dom Cabral en Brasil, una licenciatura en Ciencias Actuariales de la Universidad de Río de Janeiro y es miembro del Instituto Brasileño de Actuarios. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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