Al cruzar la puerta de la oficina, la motivación y la alegría parecen desaparecer del rostro de algunos colaboradores; sus miradas lucen cansadas y apagadas. Las jornadas de trabajo se extienden más allá de lo acordado, las tareas se duplican sin aviso, y los correos llegan a todas horas con la expectativa de una respuesta inmediata, como si el descanso fuera un lujo innecesario. En este entorno, el abuso se vuelve rutinario, la sobreexplotación un patrón, y la retribución, a menudo por debajo de la media, rara vez llega a tiempo.
Elementos clave para construir entornos laborales saludables
Quizá lo más preocupante es que en México, estos entornos no son la excepción, sino la regla. El mensaje implícito de “mejor tener un empleo que ninguno”, a pesar del alto costo para la salud física y mental, se ha normalizado.
Si bien, la Norma Oficial Mexicana NOM-035-STPS-2018 (NOM-035) marcó un antes y un después en la salud mental laboral de los trabajadores al establecer lineamientos claros para identificar, analizar y prevenir los factores de riesgo psicosocial, a más de cuatro años de su entrada en vigor, muchas empresas aún no saben cómo implementarla de manera efectiva.
¿Por qué persiste este problema? Quizá porque no se ha comprendido que la salud mental es mucho más que un requisito legal: es una condición fundamental para crear entornos de trabajo donde florezcan la creatividad y la innovación. No se trata únicamente de evitar multas; el verdadero reto es transformar los espacios laborales en lugares atractivos, donde el talento quiera quedarse y donde el desarrollo profesional sea un indicio de estabilidad y crecimiento.
Para que la norma tenga un verdadero impacto, los directores y tomadores de decisiones deben construir una cultura organizacional donde los trabajadores se sientan escuchados y apoyados.
No hay un manual pero sí puntos para una salud mental laboral sólida
Si queremos poner “los puntos sobre las íes” en la salud mental laboral en México, es crucial que las empresas comprendan que este aspecto es tan fundamental como la productividad o las ventas. Algunos elementos clave para construir entornos laborales saludables incluyen:
- La detección a tiempo de riesgos psicosociales, como la sobrecarga de trabajo, falta de reconocimiento y mala organización puede prevenir problemas que afecten el desempeño de los empleados.
- La salud mental requiere de monitoreo constante y una comunicación activa que permita detectar señales de agotamiento o estrés antes de que se conviertan en un problema grave.
- Prevención y actuación frente a la discriminación y acoso. Estas conductas no solo deterioran el ambiente laboral, sino que también tienen un impacto directo en la salud mental de los empleados.
- La flexibilidad de horarios y el respeto de los tiempos de descanso son prácticas de empresas que entienden que los empleados no son máquinas.
- Crear una cultura donde se valore la salud mental de manera sostenida marca la diferencia entre un equipo saludable y uno enfermo.
Más allá de las palabras, acciones concretas
Imaginemos dos escenarios: en el primero, un empleado trabaja en una empresa que valora su salud mental. Tiene acceso a asesoría psicológica, disfruta de un ambiente libre de acoso y sabe que su trabajo y experiencia es respetado. Este empleado, en lugar de vivir con ansiedad y agotamiento se siente comprometido, satisfecho y continuamente rompe su récord de producción. En el segundo, se ignoran estos aspectos, el trabajador vive agotado, desmotivado y, eventualmente, su productividad cae en picada. Desde el más llano pragmatismo te pregunto, ¿qué colaborador crees que conviene más a tu empresa?
Mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha delineado estrategias claras y eficaces, como la flexibilización laboral y la creación de entornos seguros, muchas empresas se han quedado en la superficie, adoptando medidas que parecen efectivas pero que, en realidad, no abordan el problema de fondo.
A menudo, se promueven iniciativas que solo rayan en la charlatanería, sin una verdadera implementación de prácticas efectivas. La falta de compromiso genuino con la salud mental lleva a que estas estrategias se conviertan en gestos de buena voluntad, en lugar de cambios estructurales.
Para evitar este tipo de práctica, las organizaciones deben tomar el liderazgo y no limitarse a implementar medidas superficiales. La verdadera prevención requiere un compromiso profundo con la salud mental de los empleados, que se traduzca en cambios estructurales y estrategias efectivas. Si las empresas no se lo toman en serio seguirán enfrentando altos costos y poniendo en riesgo tanto a sus colaboradores como su propia sostenibilidad a largo plazo.
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Nota del editor: Yunue Cárdenas es CEO de Menthalising. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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