Los papás de la generación Z son los millennials o en algunos casos la generación X. Ellos sí vivieron la época de los carretes fotográficos o de las tornamesas, comenta Verónica Maldonado, marketing manager de Fujifilm México, quien destaca que ahora le toca a las nuevas generaciones conectar con sus recuerdos a través de gadgets que entregan experiencias más físicas.
Este comportamiento aportó, por ejemplo, a que la marca hiciera renacer la categoría de las cámaras instantáneas, a través de la línea Instax, un producto “pensado para la generación Z”, afirma Maldonado.
Entre las explicaciones que ella aporta sobre este fenómeno destaca que se trata de un segmento de la población altamente estimulada y, a diferencia de otras generaciones que se unen al mundo digital, son nativamente multipantallas, por lo que tienen un deseo de “regresar los pies a la tierra” y desconectarse del mundo digital.
“Los dispositivos móviles son una cosa maravillosa”, afirma Maldonado; sin embargo, agrega que “también nos han alejado muchísimo de las vinculaciones y las relaciones más emocionales”.
Vivir una experiencia de otra época
De acuerdo con datos del informe Engaging with music , elaborado por la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI, por sus siglas en inglés) las tres principales razones por las que la gente compra vinilos están relacionadas a una experiencia: “Me gusta poseer físicamente mi música”, “me gusta tener los discos para mirarlos” y “disfruto del ritual de reproducir un disco de vinilo”.
Martí relata que eso es algo que ve prácticamente a diario en su trabajo. Desde revisar los anaqueles, ensuciarse los dedos pasando los discos hasta encontrar el ideal o platicar con el dueño sobre recomendaciones “es muy distinto a entrar en Amazon y comprarlo sin esa interacción de por medio”, platica.
“Luego llegas a casa”, continúa. “En mi caso no le quito el celofán, cada quien tiene su estilo, ¿sabes? Abres el disco, ves el arte, la funda, en algunos casos te encuentras con las letras de las canciones o algún póster. Todo eso te envuelve en un concepto que no es lo mismo que darle play a una lista de Spotify”.
Diego Machado, dueño del laboratorio fotográfico, Specto Galería , comparte una historia similar de su infancia. Cuando su familia se iba de vacaciones, su papá llevaba una cámara y al regresar se daba el tiempo de escoger las imágenes y hacer un álbum familiar.
“Eso se fue perdiendo porque creíamos que lo digital era como mucho más fácil, pero resultó, con el tiempo, que en realidad perdimos historia familiar. Porque la gente seleccionaba tres fotos que subía a Facebook y esas eran las que presumían, mientras que las demás se quedaban en un disco duro”.
Dentro de su laboratorio, además de impresión digital de imágenes, también se revelan rollos fotográficos, por eso, el regreso a lo analógico se debe por la experiencia que representa, especialmente para los más jóvenes, quienes nacieron en una era de inmediatez y esto los obliga a esperar.
“En el caso de Specto”, detalla, “nuestros mayores clientes son aficionados a la fotografía ya sea digital o analógica. Lo que quieren es disfrutar de su hobby y muchas veces para ellos el resultado pasa a segundo término porque les importa el proceso de llegar a esa nostalgia heredada tanto por sus padres, pero también por el contenido que consumen”.