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Prohibir las redes sociales. ¿Cómo entender el caso Australia?

Entendamos algo que le cuesta mucho comprender especialmente a diversas madres y padres de familia en el mundo: las redes sociales representan algo más que ocio, entretenimiento y diversión.
vie 20 diciembre 2024 06:02 AM
El impacto de las redes sociales en la salud mental de las niñas, los niños y los adolescentes
Las redes sociales son un espacio de total convergencia que incluso posibilitan el aprendizaje y el acceso a diversos tipos de conocimiento (claro, todo lo anterior bajo un esquema de correcta guía y enfoque de parte de un mayor cercano), apunta Carlos Ramírez Castañeda.

Hace algunos días, Australia anunció, a través de un instrumento legislativo, la prohibición de redes sociales a menores . De aquí surgen varias interrogantes personales, pero la principal versa en: ¿es la solución prohibir el uso de plataformas digitales a los nativos digitales?

La respuesta es un rotundo NO y esperemos que a los legisladores de nuestro país jamás se les ocurra copiar y pegar ideas de esta legislación australiana.

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Aunque bien intencionada, esta medida puede tener efectos negativos no previstos, especialmente en los nativos digitales, quienes no solo han crecido en un entorno digital, sino que lo consideran un espacio vital para su desarrollo social, emocional y educativo. Básicamente las nuevas generaciones nacieron con la tecnología en las manos.

Prohibir el acceso a redes sociales genera como riesgo el fomento de herramientas para evadir controles, como redes privadas virtuales (VPN), cuentas falsas o plataformas alternativas no reguladas, y en consecuencia expone las integridades digitales de los menores, así como las de sus cercanos.

La curiosidad de un nativo digital, sumado a la ahora necesidad de mantenerse conectado, y con una pizca de rebeldía, se convertirán en la mezcla perfecta para detonar el uso de diversos métodos de evasión de filtros y controles. En algún momento podríamos tener nuevas generaciones desarrollando habilidades técnicas para fines ilícitos.

Australia estará en un escenario donde saltar controles y burlar el sistema será algo normal; a empujar a los menores para interactuar en entornos “clandestinos” en lugar de hacerlo bajo un esquema de supervisión y correcta guía; los lleva a un incremento de exposición y vulnerabilidad ante los ciberdelincuentes. No solo esto, también a las prácticas que representan riesgos como la descarga e instalación de software malicioso o el acceso a comunidades y herramientas “ocultas” para el intercambio de comunicaciones.

Entendamos algo que le cuesta mucho comprender especialmente a diversas madres y padres de familia en el mundo: las redes sociales representan algo más que ocio, entretenimiento y diversión, son un espacio de total convergencia que incluso posibilitan el aprendizaje y el acceso a diversos tipos de conocimiento (claro, todo lo anterior bajo un esquema de correcta guía y enfoque de parte de un mayor cercano).

Si lo vemos desde un punto de vista un tanto más hacia la trinchera de la salud, privar de la tecnología y/o plataformas hoy puede generar temas relacionados a la ansiedad, a la depresión y pone en riesgo la salud mental.

La solución a este tipo de temática no reside en crear barreras, sino más bien en construir puentes de conocimiento, basados totalmente en la educación y alfabetización digital, dando prioridad incluso con políticas públicas y actualización de conocimientos desde las aulas.

Varias de las plataformas tienen ciertos tipos de controles parentales que muchos desconocen, podría ser un buen momento para los padres y madres para acercarse a estas medidas y comprender que el control, la censura y las negativas de acceso no son la solución tajante.

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Implementar una prohibición total a redes sociales, especialmente a los menores, podría verse como una solución inmediata a distintos problemas y desde diversos ámbitos; sin embargo, se podrían generar problemas más profundos.

La ciberdelincuencia podría sonar a una buena respuesta y lo sería, con ello comprendamos que se requiere dar un especial enfoque a la educación digital y fomentar una responsabilidad compartida desde las familias en apoyo de empresas y gobiernos.

Reitero, a México no le funcionaría algo así a sabiendas de los distintos atrasos tecnológicos, educativos y de formación relacionados con las TIC. Comencemos a promover un acercamiento a la tecnología sin satanizarla, entendamos la realidad en la que vivimos y que nadie escapa a este espectro tecnológico llamado redes sociales.

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Nota del editor: Carlos Ramírez Castañeda es especialista y apasionado por el Derecho Informático, particularmente en ramas de Ciberseguridad, Cibercriminalidad y Ciberterrorismo. Tiene un Máster en Derecho de las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicaciones de Santiago de Compostela España, Doctor en Administración y Políticas Públicas de México. Es colaborador de diversas instituciones académicas y gubernamentales, profesional siempre interesado en temas de ciberprevención particularmente con sectores vulnerables. Síguelo en Twitter como @Ciberagente . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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