La diversidad, equidad e inclusión (DEI) son principios innegociables para las empresas que realmente promueven la dignidad inherente a todas las personas. En un mundo donde la discriminación, la desigualdad y la exclusión afectan a millones, la continuidad de políticas DEI en el ámbito corporativo no debe verse como una opción, sino como un compromiso inquebrantable con los valores fundamentales que rigen sociedades justas y prósperas.
Diversidad e inclusión, pilares para la construcción de empresas resilientes

El marco de instrumentos internacionales ofrece directrices claras en este sentido. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 constituyen la brújula ética que debe orientar las acciones de los gobiernos, las instituciones y, por supuesto, las empresas. La adopción de estos principios en las estrategias corporativas a través de políticas DEI bien estructuradas es un catalizador para la igualdad de oportunidades, la eliminación de barreras de discriminación y el fomento de entornos laborales en donde todas las personas prosperen sin importar su origen, identidad o condición.
Algunas prácticas clave dentro de estas políticas incluyen programas de reclutamiento incluyente, capacitación en sesgos inconscientes, ajustes razonables para personas con discapacidad, creación de redes de apoyo para grupos subrepresentados, establecimiento de protocolos contra la discriminación y promoción de liderazgos diversos. Estas acciones, además de fortalecer el sentido de pertenencia y el bienestar de las personas colaboradoras, también incrementan la competitividad y sostenibilidad de las organizaciones en el largo plazo.
Sin embargo, el panorama actual refleja una realidad compleja. Mientras algunas compañías han dado pasos firmes en la consolidación de ambientes inclusivos, otras han optado por retroceder en su compromiso con prácticas y políticas que favorezcan la DEI. La reciente transformación del panorama legal y político en Estados Unidos ha llevado a diversas empresas a desmantelar este tipo de programas, lo cual genera preocupación sobre su futuro en el sector privado. En contraste, hay otras que reafirman que la DEI es innegociable, al reconocer que clientes y grupos de interés exigen diversidad e inclusión en cada interacción.
En México, en donde el 80% del empleo formal proviene del sector privado, el papel de las empresas es crucial para cerrar brechas de desigualdad y combatir la discriminación. La Encuesta Nacional sobre Discriminación 2022 revela que el 23.7% de la población adulta ha sufrido discriminación por factores como apariencia física, género, edad o nivel educativo. Además, entre el 70% y 77% de las quejas recibidas por el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México tienen relación con conductas discriminatorias en el entorno laboral.
Ante este escenario, el sector privado tiene la oportunidad y la responsabilidad de impulsar una mayor prosperidad social a través de una cultura laboral diversa, equitativa e inclusiva. Más allá de la justicia social, la DEI es una estrategia de negocios inteligente que favorece la innovación, el acceso a talento diverso y la sostenibilidad. Empresas con mayor diversidad en liderazgo han demostrado generar un 19% más de ingresos por innovación, los equipos diversos toman mejores decisiones de negocio en un 87% de los casos y las empresas con al menos un 30% de liderazgo femenino incrementan en 15% su margen neto . Además, las nuevas generaciones valoran cada vez más la inclusión como un criterio fundamental para elegir a sus empleadores, lo cual puede atraer mejor talento
Las empresas enfrentan hoy una decisión crucial: retroceder en sus políticas de DEI o avanzar con firmeza en la consolidación de principios que la fomenten. La diversidad y la inclusión son valores éticos y pilares fundamentales para la construcción de organizaciones resilientes, competitivas y alineadas con las expectativas de un mundo en constante evolución. Además de ser lo correcto, es inteligente y humano. La diversidad del mundo debe replicarse en la esencia, los equipos y la voz de las empresas.
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Nota del editor: Vanessa Silveyra es Directora Ejecutiva de Sostenibilidad en Aleatica. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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