El modelo SaaS (Software as a Service), que inició a principios de los 2000 por compañías como Salesforce, revolucionó la forma en que las empresas accedían a herramientas digitales. Pero hoy, más de dos décadas después, muchas compañías ya no están dispuestas a pagar por usar software; quieren pagar por lo que el software logra. El viejo esquema de “te rento mi plataforma, tú ve cómo le sacas valor” está dando paso a un modelo donde el éxito ya no se promete: se factura.
La IA está acelerando esta transformación. Como las plataformas ahora pueden personalizarse en tiempo real y aprender del comportamiento del usuario sin intervención humana, es posible construir modelos de negocio que cobren, por ejemplo, no por mandar mensajes de cobranza, sino por el monto efectivamente recuperado. En lugar de pagar por una campaña digital, las empresas quieren pagar por conversión. Y eso cambia todo.
Es el nacimiento de lo que algunos ya llaman performance as a service (PaaS). Un modelo en el que ya no compras acceso a una plataforma, sino que te asocias a su capacidad de lograr un resultado. Esto exige una nueva mentalidad para los emprendedores: ya no basta con construir tecnología funcional; hay que demostrar impacto.
Durante los Stripe Sessions vimos ejemplos concretos: agentes IA capaces de ejecutar compras en el momento óptimo, eliminar fricciones en la cadena de pagos o actuar directamente desde la lectura de un artículo. Todo sin intermediarios. Imagina comprar un vuelo sin pasar por una agencia o un metabuscador: simplemente configuras un agente con tus preferencias y dejas que optimice por ti, incluso mientras duermes.
Esta automatización también redefine cómo medimos el valor de la publicidad. Facebook ya no podrá convencerte solo con métricas de alcance: tendrá que demostrar cuánta joyería, cuántos seguros o cuántos cursos se vendieron a partir de un anuncio. Amazon ya lo hace. Gracias a que controla tanto el canal publicitario como el canal de venta, puede ofrecer a las marcas una trazabilidad completa: sabe exactamente cuánto vendió cada proveedor por cada peso invertido en su plataforma, y cobra en consecuencia. Este modelo de closed-loop attribution ha convertido a Amazon en un referente del marketing basado en resultados.
Está muy claro que esta evolución puede llevarnos a nuevas formas de concentración y dependencia. Si todos nuestros agentes de compra están regidos por las grandes plataformas, podríamos pasar de tener mayor poder de decisión a quedar atrapados en un ecosistema cerrado, donde los algoritmos negocian entre sí y los precios dejan de ser transparentes.