Una señal clara de esta confianza es la Inversión Extranjera Directa (IED) que llega, reflejando un interés duradero y con fines económicos a largo plazo de los otros países en México. La IED superó el año pasado los 36,872 millones de dólares, un nuevo máximo histórico. El Banco de México también reportó que gran parte de la inversión estuvo relacionada a la manufactura (equipos de transporte y equipos de cómputo), las bebidas y el tabaco, la química y los metales básicos. Además, la IED relacionada al nearshoring ha ayudado a estabilizar a la economía mexicana en lo que va de este año, según la Asociación de Bancos de México (ABM).
Sin embargo, del mismo modo que ocurre en la vida con las oportunidades, el nearshoring tiene fecha de caducidad. Y no es que considere que va a desaparecer pronto, pero me parece que las empresas exportadoras en México no deberían ver al nearshoring como una tendencia global que toca a sus puertas, sino como una coyuntura para repensar cómo producen, cómo exportan y cómo crean valor sostenible.
Otras naciones ya lo están haciendo: ajustando sus modelos de operación, gestionando incentivos comerciales, realizando acuerdos bilaterales y planteando estrategias industriales agresivas —como India y la Association of Southeast Asian Nations (ASEAN) al otro lado del mundo.
Creo que los sectores privados y públicos en México deben pasar de la ola coyuntural al diseño de un sistema robusto que reciba esa IED, que la retenga, la escale y la distribuya con miras de aprovechar de la mejor manera todas las oportunidades que se presenten.
He estado insistiendo que se requiere de infraestructura que funcione: carreteras que conecten, puertos que operen con eficiencia, energía suficiente y limpia, y servicios logísticos de clase mundial. Además, de talento que esté disponible y preparado para liderar industrias de alto valor agregado. E igual de importante, de políticas públicas que generen certidumbre, que sean consistentes y que acompañen al sector productivo.
Es alentador notar que México ha estado apostando a iniciativas para fortalecer su intercambio comercial: planeando modernizar las carreteras, expandiendo sus puertos importantes (como el de Manzanillo) y con miras a desarrollar rutas ferroviarias de carga, así como anunciando proyectos de inversión en energía.