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La IA no viene por tu empleo, viene por toda la estructura laboral

¿Por qué seguimos creyendo que la IA es una varita mágica? Porque es más cómodo recortar nómina que rediseñar procesos.
jue 03 julio 2025 06:02 AM
¿Qué tan efectivo es usar apps de apoyo emocional y salud mental?
La IA no debería sustituir el juicio humano sino amplificarlo. Lo que necesitamos no son “empleos de entrada” que desaparecen tras seis meses, sino programas de desarrollo y aprendizaje: rotaciones, mentorías, formación práctica, apunta Héctor Iván Lira Hevia.

Hace apenas unos años, un recién egresado con buen promedio tenía asegurado, si no una posición gerencial, al menos una oportunidad en una empresa para empezar a desarrollarse y sobre todo aprender la dinámica del negocio. Hoy, para subir la escalera corporativa, parece necesario entender que el primer escalón está roto. Las vacantes de entrada en muchas industrias están disminuyendo, no por falta de talento, sino porque los algoritmos están ocupando esas posiciones antes de que alguien siquiera mande su currículo.

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Muchas empresas están viendo en la Inteligencia Artificial (IA) una solución perfecta en un contexto de bajo crecimiento y alta presión de reducir los costos: cambiar personas por licencias de software. Y es fácil entender por qué resulta atractivo. ¿Por qué pagar sueldos, entrenamientos y prestaciones cuando puedes pagar una suscripción que promete eficiencia inmediata?

Pero como en muchas ocasiones, no todo lo que brilla es oro. Estudios recientes muestran que estas herramientas realmente mejoran la productividad, pero solo en tareas simples, repetitivas y en manos de personas con poca experiencia. En cuanto la tarea requiere juicio, contexto o adaptación, el beneficio se diluye. Aun con entrenamientos intensivos en “prompt engineering”, muchas empresas han terminado gastando millones para apenas ahorrar minutos en tareas básicas como respuestas a correos o reportes superficiales.

¿Entonces por qué seguimos creyendo que la IA es una varita mágica? Porque es más cómodo recortar nómina que rediseñar procesos. Reestructurar equipos, repensar flujos de trabajo y adaptar modelos de negocio toma tiempo y esfuerzo. Cortar personal, en cambio, mejora los indicadores de corto plazo. El problema es que esa lógica deja fuera a toda una generación que necesita aprender haciendo. Sin ese primer trabajo, se retrasa el desarrollo interno del talento de la empresa, aquellas personas que, eventualmente ocuparán posiciones de liderazgo. Y eso acaba golpeando, irónicamente, a las mismas empresas que celebraron sus “ahorros” digitales.

Mientras tanto, los consumidores son menos pacientes que nunca. La economía de las suscripciones — que va de plataformas de streaming a vinos gourmet— ya supera los 3,000 millones de dólares en ingresos anuales en todo el mundo. Y un chatbot que falla una devolución no es solo una molestia: es una cancelación segura. Hoy no son pocas las compañías que recortaron sus áreas de servicio al cliente para dar paso a chatbots que ya están recontratando humanos para arreglar los errores causados por sistemas que no tienen empatía o conectan con sus consumidores.

El contexto global tampoco ayuda. El crecimiento económico mundial está estancado, las tensiones comerciales están de regreso y los costos de operación van al alza. Para muchas empresas, automatizar parece el último recurso para sobrevivir. Pero automatizar sin estrategia es construir sobre arena.

La IA no debería sustituir el juicio humano sino amplificarlo. Lo que necesitamos no son “empleos de entrada” que desaparecen tras seis meses, sino programas de desarrollo y aprendizaje: rotaciones, mentorías, formación práctica. El “Middle Management” debe convertirse en el entrenador de estos sistemas, y los directivos, en guardianes del conocimiento (antes de que se pierda en el algoritmo).

En lugar de obsesionarnos con estas herramientas, deberíamos seguir tres principios básicos:

1. Diseñar alrededor de las personas, no de los eslóganes. Los mejores agentes de IA son los que se construyen con empleados con experiencia en el negocio. Ellos detectan fricciones que ningún LLM ve.

2. Medir resultados, no teclazos. Si la IA no mejora la retención de clientes ni reduce tiempos clave, lo demás es teatro.

3. Pagar el precio de formar talento desde el inicio. El modelo dual alemán, donde empresas y escuelas técnicas diseñan juntas los programas de desarrollo demuestra que sí se puede escalar de forma útil y práctica.

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Hace un siglo la electricidad también provocó despidos. Pero luego alguien inventó los turnos nocturnos, rediseñó las fábricas y encendió una nueva industria. La IA tiene el potencial de escribir una historia igual de brillante, pero solo si dejamos de verla como ahorro inmediato y empezamos a tratarla como infraestructura: invisible, indispensable, y con reglas claras.

De lo contrario, el empleado más barato de la historia puede convertirse en el error más caro del mundo empresarial.

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Nota del editor: Héctor Iván Lira Hevia es profesor de cátedra del Tec de Monterrey. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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